Hace tiempo se puso de moda entre la clase política sembrar sospechas hacia la oposición. Con los propios tiraban directamente a matar, fuego amigo. No pasaba nada. Usted, reputado político, la dejaba caer, y que el resto se diese por imputado. Las huestes amigas bramaban eufóricas por el dardo envenenado o la puñalada en todo el pecho de ser ‘contrario’, o en plena espalda de ser ‘compañero’. Con frecuencia solo se trataba de la vieja artimaña de poner en marcha lo que vino en llamarse ‘el ventilador’, y a algunas facciones les venía muy bien, pues la ciudadanía acababa pensando que todos eran iguales, con lo que el insurrecto se perdía entre una masa monocolor y uniforme, y salía desapercibido entre el montón de corruptos y saqueadores que él mismo había inventado. Era como las salas de los espejos, en las que una imagen se multiplicaba de forma irreverente y al final solo rompiendo los cristales se llegaba a averiguar dónde estaba lo real. Pero aquí, por si acaso, nadie rompía nada, y el personal aguantaba el tirón. Y a otra cosa. Y funcionó, y muy bien, porque luego cada cual votaba a los suyos, y los críticos, los más exigentes, que también caían en la trampa del hastío, se quedaban en casa el día de las elecciones. Y como hay ideologías que siempre acuden a las urnas, aunque sea con la nariz tapada, acababa rentando la treta. En estos últimos días se ha vuelto a dar el caso. Montón ha debido dimitir por no citar autorías en su Trabajo Fin de Máster, lo que viene llamándose plagio. Animada la oposición, ha ido a la captura del pez gordo, de Pedro Sánchez, con Rivera a la cabeza, este animal político que no dudó en desnudarse hace años para hacer carteles, y que hace poco ha quitado de su currículum en el Congreso todos los títulos y estudios con los que lo había venido ornado. Y Sánchez, que es el primer presidente español que habla otras lenguas fuera de la intimidad, le ha dado con su tesis en los dientes. La población española está haciendo a paso ligero un máster gratuito sobre titulaciones académicas universitarias, sobre procesos y antiplagios. Que una investigación ha de asentarse en las previas, y que una vez citado, eso no es copia, ni plagio, eso es apoyarse en lo que hay para avanzar, y así lo hemos hecho y lo seguimos haciendo todos, porque es así como se debe hacer. Pero este ciudadano ha querido subirse a la ola, al igual que ha provocado la ola andaluza con sus declaraciones sobre el gobierno del sur. Está como loco buscando brillar, saltar por encima del PP, vestir sus desnudos a costa de lo que sea. Ahora, en estos tiempos, los falsos acusadores deberían sencillamente irse a casa tras haber pedido perdón públicamente. Pero quédese usted tranquilo, entonces como ahora la acusación falsa sale muy barata, y siempre habrá quien la escuche, por gozo interno o por aburrimiento. Casado, el líder popular que aprobó 18 asignaturas universitarias en un verano, calla en cuclillas.