metamorfosis-estilistica

Y de repente tienes 20…22 y…24! y te empiezas a dar cuenta de que ya no eres una chiquilla. Es impresionante cómo te cambia la vida en la veintena, ningún año es igual al otro. Empiezas a tener más responsabilidades y presiones -bueno en realidad no se si más pero sí diferentes- en definitiva tu mundo, cambia. Ya no eres la misma, ni tú, ni el entorno que te rodea. Os estaréis preguntando que, una de dos: o me he vuelto totalmente loca o me he confundido de blog, ¿qué tiene que ver esto con la moda, las tendencias o la belleza? Pues bien, os diré que no solo tiene que ver sino que es algo determinante, o por lo menos para mí lo ha sido.

El tiempo pasa volando y con él también las etapas. Siempre he creído que todo tiene su momento, y en cuanto a estilismo también lo creo. Pero ¡ojo! Hablo de cambios en nuestra forma de vestir, pero impulsados por nosotros mismos, por nuestras propias inquietudes, sentimientos y estados de ánimo no por tener una edad u otra. De hecho considero que uno tiene la edad que lleva dentro y en moda -aunque sí hay que seguir unas pautas mínimas- ¡no hay edad! Me refiero a algo más profundo, algo que va más allá de la mera edad. Experiencias y vivencias que nos hacen cambiar de manera radical y que por ende pueden llegar a cambiar nuestra manera de mostrarnos al mundo.

Creo que la moda -además de la escritura, claro- es una de las mejores maneras que tenemos de expresarnos. Muchas veces nos pondremos un outfit u otro, un color u otro, dependiendo de las circunstancias por las que estemos pasando. Y además chicas ¡de eso se trata! Las tendencias están para ser usadas y vividas. La sensación de estar feliz, ver tu armario y elegir un atuendo sabiendo que va a representar el gran momento que estás viviendo es sin duda, algo inmejorable. Desde luego para eso está la moda, para transmitir con ella, para hacerla nuestra. Parafraseando un clásico… ‘dime qué llevas y te diré cómo andas’.

‘Consejos, glamour y fantasías de una veinteañera en apuros’ No en vano el ‘slogan’ de este blog reza esta frase. La veintena no es una época fácil. A veces es maravillosa y a veces ¡caótica! Es una etapa llena de cambios y esos cambios se traducen -muchas veces- en nuestro estilo. Nos empezamos a sentir diferentes, las circunstancias son cada vez más distintas, empiezas a darte cuenta de que la vida va en serio, que ya tienes unas responsabilidades, que hay que volar sola…empiezas incluso a ser más selectiva y a juntarte solo con quien consideras que aporta algo en tu vida. Maduramos…y madurar conlleva cambiar y mejorar. A mis 24 os aseguro que ni pienso, ni siento, ni amo, ni visto y hasta ni lloro igual!

Aunque sigo manteniendo mi estilo, mis preferencias hace tiempo que dejaron de ser las mismas. De repente un día te levantas y ya no te apetece ir tan informal. Empiezas a pillarle el gusto a ir elegante y refinada. Ganas mes a mes un minimalismo impecable que mejora outfit tras outfit…Te das cuenta que a veces menos es más y que insinuar es más sexy que enseñar. Mientras escribo esto pienso, oh my god! ¿qué me está pasando? ¿tan mayor estoy? Pero no se trata de eso, se trata de una evolución natural que no ha hecho más -o por lo menos en mi caso- que refinar y sofisticar el estilo que ya tenía. Sigo siendo yo pero una mejor versión, más madura, más segura. Sé lo que quiero, ya me conozco mucho más. Sé lo que me sienta bien y lo que no y eso es una ventaja que quizás a mis 15 no tenía. Y aunque -por ejemplo- las faldas y los shorts siguen siendo igual de cortos…quizás lo que ahora cambia es la ocasión o la manera de combinarlos.

metamorfosis-estilistica-1

El hecho de trabajar también hace mucho. De repente un día te ves en Zara en la sección ‘Woman’ -y no en TRF- viendo magníficas americanas y faldas tubo. Es ahí quizás cuando empiezas a tomar conciencia de que algo está cambiando. Y es que las veinteañeras estamos en una especie de limbo, porque ni somos ya mayores ni tampoco unas adolescentes y es el momento en el que forjamos nuestra personalidad, y la ropa dice mucho de ello. Además es estupendo porque podemos crear nuestro propio estilo y aprender qué llevar, cómo y cuándo. Una serie de criterios que antes quizás se nos escapaban.

No puedes -por ejemplo- vestirte igual para una noche de fiesta que para tomar un café con una amiga. O ir a trabajar como si fueses a una fiesta. Aprendes que a veces determinados atuendos no pegan en algunas situaciones. En mi armario hace meses que vienen ganando terreno las blusas vaporosas y delicadas, distintos tipos de americanas de diversos colores y estilos, pantalones tipo smoking y palazzos, faldas tuvo y Stilettos. ¿Lo mejor? Combinar prendas más formales con otras más divertidas y sexys. En mi caso, por ejemplo, adoro combinar unos pantalones de talle alto con aires diplomáticos con un llamativo ‘crop top’ y unos buenos tacones.

Las veinteañeras vivimos sin duda una metamorfosis integral, de hecho yo estoy viviendo la mía -que pinta que va para largo- y que empezó en octubre antes de ‘aterrizar’ en la capital, cuándo decidí cortarme el pelo. UIn cambio radical que aún mantengo porque creo que empieza a definirme. Una difícil etapa en la que luchamos contra viento y marea por encontrarnos. Y está bien que nuestro estilo evolucione con nosotras y si eso hace que mejore, pues ¡mucho mejor! Es el momento de experimentar y de conocernos. De forjar un estilo muy nuestro que será el que nos acompañe durante casi toda nuestra vida, será nuestra esencia y carta de presentación al mundo. Porque al final, aunque vivamos constantemente ‘en apuros’ somos como los buenos vinos, mejoramos con los años.

metamorfosis-estilistica-corte-pelo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *