Don Arturo Más no ha querido ser menos y éste año ha felicitado la buena nueva del reclamo de la soñada independencia con un tarjetón, bilingüe, siguiendo la vieja costumbre. Lo curioso del christmas es que no aparece la Sagrada Familia, ni la Adoración de los Reyes, Papa Noel o el popular «caganet» en escatológica postura. Más ha preferido, para ir calentando motores, enviar a los hombres de buena y mala voluntad una cartulina coloreada de un viejo grabado del asedio a Barcelona de 1705, recordando la Guerra de Sucesión del siglo XVIII, que es como colocarle dos pistolas al Niño en el pesebre.
El socialista Odón Elorza, que la ha recibido, ha comentado que este tipo de acciones son «enfermizas». Hombre, no soy psiquiatra pero habría que pasar revisión médica por la Generalitat y los servicios institucionales de protocolo e imagen corporativa porque no es muy coherente que en unas fechas donde, prácticamente en todo el orbe, se celebra la Paz, el honorable presidente recuerde una guerra, del siglo XVIII, para felicitar las Pascuas. Y guerra en la tierra a los hombres… Algo incoherente parece.
Pero, en el fondo y en la forma, es que el gobierno catalán está pidiendo más madera, que es la guerra, para alimentar la locomotora de un tren a ninguna parte que es el tren independentista al que también desean subirse muchos ciudadanos vascos aunque éstos han dicho que no quieren perder su condición de europeos.
Con cierto recelo escribo, a partir de ahora, sobre la deriva política de los gobernantes catalanes empeñados en llevar a cabo una consulta invitando a la ciudadanía a la secesión, porque el gobierno de la Generalitat cuenta ya con un Centro de Inteligencia que se dedica, entre otras labores propias de su sexo, a expiar a escritores, periodistas, políticos y artistas de circo y variedades. El observatorio político policial nos recuerda los viejos tiempos del franquismo, en los que había que sortear a la «inteligente censura» con ingenioso lenguaje para no ser fichado o perseguido por los servicios secretos.
No sé qué ocurrirá con los que pisamos, dentro de la libertad de expresión, la línea de la intolerancia de quienes -pese a las múltiples advertencias constitucionales nacionales y la contundente respuesta de la Unión Europea- persisten en la idea de lanzar preguntas al aire para desgajarse de España. Es probable que nos declaren personas no gratas y nos impidan la libre circulación por el territorio catalán. Pese a ello, si alguna vez llevan a cabo la consulta electoral, yo también quiero votar. Porque lo que es de España es de los españoles.