He tenido un gratísimo reencuentro con un cura, Santiago Hoces Pérez, al que conocí como rector del Seminario Menor de Granada hace ya algunos años, con ocasión de la celebración en Madrid de un certamen nacional de Villancicos que tuve el honor de presentar en el Teatro Español. Lo que conocí entonces, de Santiago, es que era un hombre sencillo, afable y generosamente bondadoso. Pero con el afortunado
reencuentro he descubierto que además es un prolífico escritor y poeta.
De manera singular sus obras literarias analizan a religiosos mártires de las diócesis de Almería y Granada. Dice, Hoces Pérez, en su último libro: «Siempre los Cristianos fueron, son y serán perseguidos», que: «La iglesia ha sido perseguida en el mundo entero, lo es ahora y lo será siempre. En España con millares de mártires, quemas de conventos y templos en la II República. Y en Granada, como en toda España en 1936, y en la persecución morisca de 1568».
Evidentemente es muy probable que las nuevas generaciones conozcan el ruido de la ‘memoria histórica’, pero desconozcan el silencio de la historia de quienes fueron y aún siguen siendo hoy martirizados por su confesión religiosa. El autor se detiene en dos periodos, distantes en el tiempo, pero cercanos en la geografía política y social de nuestro entorno. En el prólogo del libro editado el año pasado, el catedrático de la Universidad de Granada profesor José Ramón Jiménez advierte de que Santiago Hoces «no es una persona sectaria y evidentemente, condena y sufre con todos los crímenes cometidos en las demás épocas estudiadas…». «Lo que quiere reflejar en las hojas del libro –añade– es la memoria de tanta gente que no quiso abandonar su fe, en momentos en los que su vida estaba cerca de acabarse y donde la lógica debilidad puede llevar a una persona a abandonar sus ideas y creencias. Gente, además, que fue capaz de perdonar, uno de los actos que mejor definen el ser cristiano».
Para esta triste pero interesante obra, Hoces recurre fundamentalmente a los antecedentes de ‘La Historia Eclesiástica de Granada’ de Justino Antolínez, que vino a nuestra ciudad con Pedro de Castro, ‘Los Mártires de la Alpujarra en la Rebelión de los Moriscos’, del jesuita Francisco Hitos, y con relación a la persecución de la II República, el autor se apoya esencialmente en los dos tomos de los llamados: ‘Positio super martyrio’, editados en Roma. Para los estudiosos, seglares o religiosos, se trata de un libro de gran interés escrito, desde el perdón, pero quizá siguiendo el mensaje del Papa, San Juan Pablo II, evocando las persecuciones de creyentes –sacerdotes, religiosos y laicos– quien recordó que son «testimonios que no hay que olvidar». «Es preciso que las iglesias locales hagan todo lo posible por no perder el recuerdo de quienes han sufrido el martirio, recogiendo para ello la documentación necesaria». Eso es lo que ha hecho el benemérito cura Santiago Hoces Pérez, quien aún espera el compromiso arzobispal de sacar de los sótanos de la ignorancia la iconográfica
muestra de once mártires que andan por ahí –en óleo enmarcado– arrinconados y que representan, una débil muestra de quienes dieron su vida por ser cristianos. ¿Por qué ocultarlos? Ellos también siguieron, como el maestro, el camino del Calvario. Por el monte Calvario.