Entran más inmigrantes en pateras por Andalucía que a través del Aquarius, aunque da la sensación de que no se quiere llevar la contabilidad al día porque es más desconcertante hacer la cuenta de la vieja. Y con los inmigrantes andamos desconcertados. De tener puertos seguros España pasó a tenerlos inseguros. Esta segunda entrega de desesperados seres humanos en la nave acogedora se ha llevado a cabo con mayor equidad, pero aún no han reaccionado, mayoritariamente, con responsabilidad todos los miembros del club europeo, que siguen mirando para otra parte. Desde Gibraltar se amenaza con retirar su bandera al barco que utiliza SOS Méditerranée. La ONG responde que sería una decisión deliberada para frenar la actividad de salvamento y los ‘llanitos’ aclaran que el buque –propiedad de un alemán– está registrado para acciones de investigación y no de rescate.
Cabe esperar si algún país de la zona euro colaborará con SOS Méditerranée cediendo su bandera para poder continuar su noble objetivo. De no ser así, el buque no podría navegar por aguas de nuestro continente. El problema, con buque o sin buque de salvamento, irá a más y son los Estados quienes deben reaccionar ante este fenómeno, evidentemente cruel, con medidas compartidas y no con insensatas evasivas. España viene, desde hace tiempo, dando muestras de solidaridad, generosidad y ejemplaridad.
Especialmente en Andalucía, Jiménez Barrios, vicepresidente de la Junta, tras el desembarco del buque de rescate Open Arms en San Roque ha pedido al Gobierno central, ante la presión migratoria en el Estrecho, un mayor compromiso porque «no parece coherente ni sostenible» que regularmente se acerquen barcos a nuestras costas con jóvenes y menores a bordo y se alegue que no hay recursos presupuestarios ni tampoco la solidaria colaboración de otras comunidades autónomas. Y no se espera que el Gobierno de Sánchez, por lo leído estos días, piense aumentar su ayuda para inmigración hasta el próximo año con otros presupuestos.
En el reciente viaje de la canciller alemana Ángela Merkel a Andalucía se ha mostrado muy en sintonía con el primer ministro Pedro Sánchez en materia migratoria, pero le ha pedido endurecer su política en este asunto para evitar, sencillamente, que los inmigrantes que entran de forma irregular por nuestras costas no crucen los Pirineos con destino a Alemania. Difícil misión la de Sánchez, pero sospecho que habrá meditado el consejo si no quiere perder una buena alianza de cara a forzar la ayuda migratoria de los países de la UE. Merkel, una vez más, se ha mostrado firme en sus convicciones. Opina que los que estamos en el Espacio Schengen tenemos que trabajar para «mejorar un sistema de reparto justo para organizar juntos los retornos necesarios para aquellos que no tienen derecho a permanecer de manera duradera en Europa». Evidentemente, la opinión de la canciller está, o estaba, bastante alejada de las tesis sociales-humanitarias de Sánchez y su gobierno; pero como la política es el arte de lo posible y de lo imposible fácilmente iremos comprobando, poco a poco, un cambio de rumbo y una nueva alineación con el sentir mayoritario de los países de la UE, a no ser que España pretenda ‘sostenella y no enmendalla’ y lastimeramente continúe reclamando ayuda a oídos sordos.