Dejamos una semana más, confusa y contradictoria, en donde las togas supremas –casi empatadas en criterios jurídicos– han decidido, tras una estéril polémica sobre el famoso impuesto de las hipotecas, que la banca debe pagar dicho impuesto establecido por Ley. Pero de nada han sido útiles tan tediosas y largas reuniones del Tribunal porque, a la mañana siguiente, después del café expreso, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, compareció para indignar a unos y contentar a otros, contradiciendo el veredicto de los jueces anunciando vox populi que los españoles que aspiren a hipotecarse no pagarán el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados sino las entidades financieras por obra y gracia de un decreto ley. Dicho así parece sencillo, pero los analistas avisan a navegantes y advierten de que los bancos existen para ganar dinero, no para perderlo.
Con buen criterio, María Dolores de Cospedal, que fuera secretaria general del Partido Popular, abandonó su escaño como diputada, víctima de los audios comprometedores de Villarejo y de su propio marido, que fue quien le propició tan peligrosa relación. En el ‘maridaje’ no suele ser conveniente inmiscuirse en los asuntos laborales del otro. Jamás me gustó que los cónyuges se metieran en camisa de once varas a no ser que existan otros intereses al margen de la normal relación de pareja. A Pablo Casado le viene bien quitarse un peso de encima. Aún le rodean viejos buitres, esperando carnaza. Pero lo de los buitres es cosa común en los partidos políticos.
Dice el pequeño Errejón que en Venezuela se vive de lujo. Que Maduro a echado a volar las libertades democráticas y que el pueblo está bien alimentado con tres comidas al día. Lo que no ha precisado son los menús. Estas afirmaciones no sé a quién van dirigidas porque no existe individuo, mínimamente informado, que no conozca la triste realidad del sufrido país venezolano. ¿A qué aspira el pequeño Íñigo? Lo mismo está haciendo méritos para que Maduro le financie su campaña como aspirante a la comunidad de Madrid… Una de sus obsesiones es eliminar a los ‘ultrarricos’. No se sabe si dentro de los ‘ultrarricos’ hay algún o alguna compañera de filas. Porque estos jóvenes empezaron en ideológicas acampadas callejeras, con modestas tiendas de campaña, y ya ocupan escaños, ‘casoplones’ y ‘chaleses’. Es lo que, sociológicamente, viene en llamarse la aburguesada izquierda.
La izquierda abertzale está feliz, después de tratar de impedir ‘democráticamente’ el acto de homenaje a la Guardia Civil en Alsasua. Hasta las campanas de la parroquia, connivente, no dejaron de repicar a gloria. Me temo que nunca doblaron a difuntos después de los asesinatos de ETA. Y por si le faltaba algo a los independentistas, después de la ecuánime sentencia de Estrasburgo, Otegui, ‘hombre de paz’, se ha reunido con el huido delincuente Puigdemont para cambiar impresiones y afectos. Les tiene sin vivir lo del juicio del 1O. Ambos personajes de la oscura España abrigan esperanzas sobre la inestimable ayuda, impagable ayuda, de Estrasburgo.
Y por qué no decirlo, crece con desazón la incertidumbre sobre el destino tras la exhumación de la momia de Franco del Valle de los Caídos.
Carmen Calvo que es, en el Gobierno, la encargada de decesos y asuntos funerarios peregrinó a Roma para convencer al secretario de Estado del Vaticano e incluso le insinuó el viejo Concordato. Pero los caminos del Señor son inescrutables. Lo cierto es que no sabemos, no saben qué hacer con los restos del llamado generalísimo ante la lógica pretensión de sus deudos que admiten el traslado pero al panteón de la Catedral de la Almudena madrileña, cuestión que significaría aumentar el peregrinaje de las añoranzas a ‘cercanías’.
De momento, el occiso pasará otras navidades en el Valle. Luego, ya veremos.