En Kenia se ha localizado una profunda grieta que, según los expertos geólogos podría dividir, en un futuro próximo, en dos al continente africano. En España tenemos abiertas algunas grietas políticas que, como en el caso de Cataluña, ensanchan y complican, a diario, las normales relaciones con el Estado. Los independientes se hacen fuertes en el parlamento y en la calle y en desafío continuado siguen con la obsesiva idea de que el presidente del gobierno autónomo continúa siendo Carlos Puigdemont, despreciando los cargos que nuestra legislación ha determinado en la euroorden, al huido delincuente, que ahora permanece en Alemania a la espera, de su extradición. Al menos es lo que ha solicitado la fiscalía germana. Pero no siempre las peticiones de los fiscales coinciden con las de los jueces. Lo cierto es que la ‘fregona no está en el cubo’. Con los secesionistas vamos a tener para rato.
Ya vieron que vascos y catalanes se unieron fraternalmente luciendo lazos amarillos con ocasión del Aberri Eguna. Y el PNV se niega en redondo a refrendar los Presupuestos Generales del Estado por solidaridad con el colegaje catalanista mientras esté vigente el artículo 155. Falsa argumentación pero efectista para llenar, aún más, la bolsa de los beneficios que esperan de Montoro. A Vascongadas no se le puede llenar más la hucha del chantajismo. Siempre fue una práctica ocurrente; «España nos roba», decían y dicen como slogan de odio extorsionista en Cataluña. Los políticos vascos, cuando ETA decidió descargar las balas de la ‘Luger’ (la Parabellum), llegaron a la conclusión de que lo más rentable era coaccionar al Estado y chupar del bote. Son grietas que el Estado soporta.
Menuda grieta tiene abierta el Partido Popular con los casos de corrupción y el torpe traspies de la actual presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, a cuenta de una presunta falsificación de calificaciones en un máster realizado, al parecer, en la universidad Rey Juan Carlos. De confirmarse el dislate la señora Cifuentes perdería credibilidad y la confianza de todos y judicializado el asunto, por indicio de delito, a propuesta del rector de la universidad madrileña, tendría que ir pensando en abandonar su cargo porque, indudablemente, también perdería el apoyo de Ciudadanos.
Grieta histórica del PSOE la de los famosos ERE de Andalucía, por su volumen económico y por la presunta implicación de dos presidentes de la Junta, Chaves y Griñán, varios consejeros, directores generales, interventores y funcionarios. El ex director general de Empleo Javier Guerrero, a través de una entrevista concedida a la periodista Cristina Pardo ha pretendido sembrar la duda sobre el conocimiento que tenía sobre las irregulares ayudas la actual presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, por entonces secretaria de organización del PSOE de Sevilla. El «reparto discrecional y arbitrario» de dinero público tuvo un «responsable directo» que fue Francisco Javier Guerrero. La Fiscalía Anticorrupción pide para él 8 años de cárcel y 30 de inhabilitación por malversación y prevaricación. Y ahora, más leña al fuego. Bajo lupa, los socialistas valencianos por financiación irregular de campañas y un escándalo, nada menor, en la Diputación de Córdoba.
Y aunque existen grietas domésticas hasta en las mejores familias ha sido muy comentada y criticada la adusta e insolente actitud de la Reina Letizia hacia su suegra Doña Sofía cuando pretendía fotografiarse con sus dos nietas, fuera de protocolo, a las puertas de la catedral de Mallorca. Ni Doña Sofía se merece ningún desaire, ni doña Letizia la desventura de ser observada por los españoles con malos ojos. Así que esta grieta, con urgencia, debe cerrarse para que, cuanto antes, cicatricen las heridas. De esta inteligente manera pasaremos la convalecencia que no está España para muchos ruidos, salvo que se pretenda lo contrario.