Bancales y Huertas. El origen de una controversia económico-paisajista

«El Territorio Comprometido»

Por Emma Luengo López. Arquitecto

El sistema agrícola para cultivar las pendientes es universal estando presente en casi todas las culturas, desde las mediterráneas a las americanas, pasando por las asiáticas. Es decir, desde los griegos, romanos y árabes en el mediterráneo hasta los incas de Perú, sin olvidar a los vietnamitas, laosianos y nepalíes con sus conocidas terrazas arroceras.

Bancales en Laroles./ Javier Calleja
Bancales en Laroles./ Javier Calleja

Por otro lado, otro tipo de explotación agrícola, también universal, es la pequeña  parcelación de la tierra trabajada directamente. Sobretodo en valles y vegas de cualquier región, aprovechando la abundancia de agua y la calidad óptima de los terrenos lo que permite el cultivo de todo tipo de legumbres y frutales.

Estos dos tipos de explotaciones son características de las tierras de Granada, los bancales de la Alpujarra y la Vega metropolitana, y al igual que en el resto del mundo, son actividades agrícolas que se han quedado obsoletas en el actual modelo económico de globalización. La necesidad de monocultivos en grandes explotaciones, que han sido determinados por el estado del mercado en cada momento (no sólo determinando su producción, sino también controlando el momento específico de su maduración), y la utilización de semillas tratadas genéticamente para que produzcan frutos que sólo pueden germinar una vez, es incompatible con un método de agricultura basado en la explotación directa, debido a que por su tamaño y situación son inviables los grandes medios mecánicos de producción. Todo esto da lugar a una producción temporera y pequeña que además debe de estar cerca de los mercados de consumo. Y a su vez, ofreciendo la ventaja de proporcionar productos frescos y sin intermediarios.

Huertas en Los Agustines en Órgiva./ Emma Luengo
Huertas en Los Agustines en Órgiva./ Emma Luengo

La imagen paisajística de los núcleos urbanos de la Alpujarra sería impensable sin el escalonamiento de los bancales; de igual forma los pueblos de la Vega no serían reconocibles sin los huertos que los circundan. La pérdida de estas estructuras está transformando la imagen de los centros urbanos, al mismo tiempo que afecta al valor cultural que emana de ellas a través de sus usos, labores tradicionales, edificios de almacenamiento, infraestructuras de riego y acceso, etc.

¿Qué solución habría que buscar para que la pérdida de estas estructuras agrarias no afecte al paisaje? ¿Podría la controvertida idea de los huertos urbanos ser una solución? ¿Esta relación entre paisaje y centro urbano habría que mantenerla a toda costa, aunque fuera de manera artificial, suponiendo esto un gran coste para los ciudadanos? ¿O habría que asumir duramente que el cambio de esta relación paisaje-centro urbano forma parte de una evolución natural de la sociedad actual?

Almendro en Alcázar e Orgiva./ Rafaéle Genet
Almendro en Alcázar e Orgiva./ Rafaéle Genet

4 Comentarios

  1. Yo invito al debate sobre el papel que la Vega, sobretodo aquella proxima a la ciudad, debe jugar en la construccion del espacio mettopolitano de Granada. ?como compatibilizar uso publico y agrícola? ?es necesario redisenhar los bordes urbanos con la vega? ?como garantizar su no ocupación progrsiva de usos urbanos? ?o solo de ciertos usos? ?como hacer compatible la Vega tradicional con el parque de la Vega? ?A que conducen tantas carreteras a través de la Vega? ?Es una utopia el Parque Agricola de la Vega? ?Esta justificado un parque convencional en alguna zona concreta? …

  2. Como alpujarreño y entusiasta de su paisaje, me parece que este artículo es excesivamente reduccionista, y la comparación con la vega de Granada (tan diferente!) está fuera de lugar. Los bancales alpujarreños no sólo son parcelas escalonadas, sino que se caracterizan por una concreta distribución espacial de las especies vegetales leñosas (en los bordes) y no leñosas (en el interior del bancal), por una forma concreta de sujección del terreno (los balates de cuerda seca) y por una distribución concreta en el espacio general, bien diferente de las de otros lugares. Por supuesto que existe el problema de la pérdida de los cultivos por la desaparición de los agricultores, pero ¿huertos urbanos?. Un poco más de imaginación, un poco más de conocimiento del medio y un poco más de interés por conservar la cultura, siempre será positivo para los bancales de la Alpujarra.

  3. pedro, yo no creo que esté mal extender la reflexión a otros espacios agrícolas en el entorno de las poblaciones y ahora hay una fuerte conroversia respecto al futuro de la Vega de Granada. Tu descripcion de los bancales alpujarreños demuestra un gran conocimiento y respeto por esta cultura que yo denomino «arquitectura del paisaje». Si tu quieres, te propongo que me mandes para el blog un correo con una reflexión sobre un tema algo diferente: cómo actuar con esos espacios abancalados que han quedado aprisionados o envueltos dentro de las poblaciones (huertos urbanos)de la Alpujarra (Bubión, Ferrerirola, Capilerilla, Pitres, Juviles, Lobras, Berchules… ¿Seguimos?)

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