«La Ciudad Comprometida»
En el siglo XXI estamos acostumbrados a que las ciudades estén donde siempre han estado. Acostumbrados a que nuestros pueblos y ciudades tengan orígenes remotos, y nos cuesta creer que se creen ciudades ex novo.
Tristemente en nuestro siglo se están creando estas nuevas ciudades, pero no fruto de la explotación de los recursos de un cierto enclave territorial, o del desarrollo de pequeños núcleos existentes, no. Se están creando auténticas ciudades fruto del horror y la barbarie de la guerra. Estamos hablando de los campos de refugiados. De uno de ellos ya os hablamos en el artículo LAS MIRADAS DEL SAHARA.
Todos estamos tristemente acostumbrados, y más últimamente, a ver y escuchar noticias de desplazados de guerra y refugiados que se asientan en campos a la espera de encontrar un sitio mejor o volver a su casa. La verdadera y triste sorpresa es descubrir que existen verdaderas ciudades plenamente asentadas, dónde viven miles y miles de personas desde hace muchos años. Además con la peculiaridad de que viven, o más bien sobreviven gracias a las aportaciones de las organizaciones humanitarias.
Algunos ejemplos, ciertamente monstruosos son:
- Dadaab y Kakuma ambos en Kenia, creados en 1991, que albergan 402.361 y 180.000 personas respectivamente.
- Dollo Ado (Etiopía) creado en 2011 en el que viven 205.290 personas.
- Jabalia (Franja de Gaza) creado en 1948 que alberga a 110.000 personas.
- Al Zaatari (Jordania) creado más recientemente, en 2012 en el que viven 83.000 personas.
Estamos hablando de campos de refugiados que después de 25 años ya han perdido cualquier carácter de temporalidad que en un momento dado pudieran tener. Ya han pasado a ser auténticas ciudades. La reflexión que debemos hacernos ahora es si han de consolidarse de una vez, más allá de la propia consolidación que ya existe fruto del desarrollo cotidiano de la vida, o seguir pensando en “campamentos temporales”.
Pensemos que hay campamentos que tienen poblaciones superiores a muchas ciudades españolas (Granada 230.00hab), que se desarrollan, como vemos en las imágenes, en extensión, fruto de las construcciones de emergencia con las que fueron creados. Y que en muchos de ellos ya se han creados servicios como tiendas, escuelas, etc…
Se plantea pues una reflexión, y es que al igual que existe una arquitectura de emergencia, se podría plantear un urbanismo de emergencia. No en los primeros momentos, sino una vez, que como vemos pasa, las poblaciones se asientan, poder dotar a estas ciudades de unas infraestructuras básicas y una cierta estructuración interna, que facilite y mejore las condiciones de vida de sus habitantes. Este planteamiento lejos de ser frívolo, y teniendo en cuenta que esta no es la necesidad más apremiante de esta gente, se basa en un urbanismo comprometido, que no sólo ha de dar respuesta a las urbes consolidadas sino que también podría plantear soluciones a situación excepcionales como estas, y al fin y al cabo, y como siempre decimos, un urbanismo al servicio de la mejora de la calidad de vida.