CUANDO CURRO ME MANDÓ… AL ‘CARIBE’

Sobra decir que los periodistas tampoco estamos agraciados con el don de la perfección. Hay veces en las que el poco tino profesional, las  prisas por acabar, o la tensión   redundan sobre la labor que estás realizando. Y es entonces cuando metes la pata. Y si trabajas en un medio escrito, como es el caso, te puedes echar a temblar. Porque la errata queda grabada a fuego en el papel. Y estás expuesto a que sea fácilmente perceptible… En otras ocasiones, la propia bulla, los condicionantes antes enumerados, o un mal momento personal, que todo influye, te nubla la perspectiva. Te impide calibrar el alcance, o consecuencias, de lo que expones o relatas. Y ahí ya no sólo corres el riesgo del fallo, sino  de importunar a la persona (no al deportista) de la que hablas…

Viene esto a cuento porque no hace mucho cometí un exceso con Curro Montoya, el centrocampista del Granada 74. Al hilo de no se qué información solté un dato preciso sobre lo que cobraba. Era una cifra que ahora no voy a refrescar, pero que contrasta muy claramente con lo que percibe el resto de sus compañeros. Y que puesta en circulación seguro que le ocasionaría algún problema. No sabría decir en qué estaba pensando cuando plasmé la maldita cantidad, porque tampoco era clave en la noticia, pero sí que recuerdo que la fuente que me la había proporcionado era de absoluta solvencia. Total, que en el fragor de la redacción, me acuerdo que estaba completando un despiece, dejé claros sus emolumentos. Pero claro, sin medir lo que ello podía acarrear… Mea culpa.

Por lo pronto el jugador se pilló un rebote enorme. Cuando me vio a la conclusión de un entrenamiento, Curro me mandó…al Caribe, por decir algo. De modo tan sutil, como hiriente, me reprochó todo lo que le vino en gana, pero sin poderme corregir un ápice de lo que había quedado reflejado. Con ese orgullo tan propio del profesional con tablas me dijo que él no me había leído, pero que sí que lo habían hecho algunos de sus allegados. Y que le parecía poco apropiado que esa información apareciera en el periódico. En otras circunstancias juro que hubiera reculado. Pero al sentirme atacado por ese tufillo despectivo que desprendía su tono, basé mi alegato de defensa en la veracidad de la información. No hubo voces, ni aspavientos. Sólo palabras cruzadas. Tras la discusión, por fortuna, medió el preparador físico Fernando Rodríguez, un apagafuegos en toda regla de cuya calidad humana y profesional pueden hablar quienes lo han conocido. No obstante, la relación de cordialidad que manteníamos Curro y yo se fue enfriando…

Dejé pasar el tiempo. Y comprobé cómo el ex profesional del Valencia, el Numancia, el Jaén, el Elche o el Ciudad de Murcia supo vencer las previsiones médicas que advertían que su puñetera lesión en el isquiotibial podía convertirle en baja para toda la temporada. Y ayer, al hilo de la entrevista que hoy pueden leer en IDEAL, repasamos todos esos momentos cara a cara. Mantuvimos una larga conversación que me hizo comprender mejor sus circunstancias. Y que supongo que a él también le valdría para conocer las mías. En cualquier caso, me quedó claro que a Curro Montoya, con 32 años, nada ni nadie le va a cambiar ya. Y que sus logros profesionales tienen un plus de mérito. Porque con ese discurso directo, sincero y frontal desprecia una hipocresía, disfrazada en diplomacia, que también sirve para avanzar y lograr contratos mucho más jugosos que el que ahora tiene su firma.

Posdata: Les dejo con el enlace a la entrevista.

http://www.ideal.es/granada/20090403/deportes/granada-74/llegue-sentirme-bulto-pero-20090403.html

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