La cuestión es complicada. La crisis lo termina de desbaratar absolutamente todo. To-Do. He estado hablando con Gerardo Goñi, trabajador, padre de familia, dos hijos de 15 y 11 años, una vivienda, heredada de su padre, que al ser aval de la empresa, que quebró como tantas miles en este país, es según cuenta, presa de los bancos.
Ha logrado parar dos desahucios de su vivienda y reconoce, no sin dolor que le desgarra los jirones en los que el alma le bulle todavía, que viven de los trescientos y pico euros que trae su mujer a la casa y de lo que le proporciona el Banco de Alimentos a través de una asociación de parados que han constituido.
Este vecino de Joaquina Eguaras, allá al fondo, en la Zona Norte, buscó ayuda ayer en los Servicios Sociales municipales. Subió hasta el ‘centro amarillo’, como se le conoce al centro, y la funcionaria que le atendió le dio cita para dentro de dos meses «porque mi caso es urgente, sino, no me atenderían hasta Navidad».
Este testimonio radiografía el drama dentro del drama. El de Gerardo y el de los Servicios Sociales, en permanente estado de recorte.
El PSOE municipal asegura que ya han preguntado en una moción en el pleno y que el equipo de gobierno del PP «no hace ni caso ante el drama», explica la concejala Jemi Sánchez.
Izquierda Unida denuncia la situación y el concejal Paco Puentedura asegura que «incluso las peticiones urgentes no tienen cita ni para dentro de dos meses».
El concejal Fernando Egea, del equipo de gobierno de Torres Hurtado, explica que «es al contrario, hemos reducido la lista de espera de atención de tres a dos meses y vamos a poner a tres personas más a trabajar».
Lo que queda al final es que o son servicios o son sociales o no son nada. No sé muy bien qué pensará Gerardo o qué pensarás tú. Pero el SOS de miles de personas se oye por las esquinas de Granada, que es también su provincia.