Hay tres novelas que siempre me he querido leer pero que nunca ha habido manera. Se trata de Proust y ‘En busca del tiempo perdido’, Thomas Mann y ‘La montaña mágica’ (llegué hasta la mitad), y el Ulises de James Joyce (voy ya por el tercer capítulo). En cuanto me liquide el Ulises o el Ulises me liquide a mí, retomaré La montaña mágica y empezaré a leer ‘Por el camino de Swan’, que es también como se conoce la novela de Marcel Proust. Tengo pa rato.
Tras los dos primeros capítulos del Ulises, creo que le he pillado el truquillo. Es un laberinto dentro de una finta incrustado en un acertijo. Tienes que aceptar que en las más de las ocasiones no tienes ni por qué entender nada de lo que estás leyendo. A cambio, tienes que ser consciente de que cada párrafo que terminas y cada página que pasas logras una pequeña victoria frente al ingenio de James Joyce.
Con esta disopsición, te adentras en un universo poderoso y fascinante. Donde vas a prender y se te van a clavr frases que luegto, seguro, se transformarán en ideas a la hora de redactar los reportajes. Mientras, te cuento para que flipes de qué va el Ulises de Joyce.
- Episodio 1: una novela normal.
- Episodio 2: un catecismo informal.
- Episodio 3: un monologo masculino elitista.
- Episodio 4: una burla de los grandes héroes de antaño.
- Episodio 5: la naturaleza hipnótica de la religión.
- Episodio 6: la muerte.
- Episodio 7: una burla del periodismo (se escribe como la redacción de un periódico, presta atención a los titulares).
- Episodio 8: unos retruécanos de la comida, todo se puede comer y todo come en este capítulo.
- Episodio 9: una burla del Hamlet y los elitistas que debaten sobre las piezas oscuras de la literatura (prácticamente se burla de ciertos eruditos que analizarían posteriormente el Ulises).
- Episodio 10: este capítulo no tiene nada que ver con los personajes principales. En lugar de eso, se presenta como un conjunto de historias breves acerca de los personajes secundarios. El humor está en el hecho de que es en gran parte absurdo y de que la mayoría de los personajes secundarios se burlan de los principales.
- Episodio 11: todo es un retruécano musical. Se usa mucha onomatopeya.
- Episodio 12: hay dos narradores, uno es híper-coloquial al punto de no tener sentido y el otro es híper-científico al punto de no tener sentido La competencia entre los narradores crea el efecto cómico.
- Episodio 13: lo narra una jovencita y todo es un chiste sobre el sexo.
- Episodio 14: una parodia elaborada de todos los grandes autores ingleses.
- Episodio 15: escrito como una obra teatral alucinatoria en la zona roja.
- Episodio 16: este capítulo es muy ambiguo y la comedia proviene de la confusión de personajes.
- Episodio 17: se escribe como un catecismo, la comedia proviene de las preguntas híper-científicas y el formato de las respuesta que se aplican a lo mundano.
- Episodio 18: la corriente de la consciencia de la esposa de Bloom.
Y también, te comparto dos artículos soberbios. Uno de Jot Down y otro de El País
–Cómo enfrentarse al Ulises (A favor)
Hay algo en el inicio del Ulises que puede desinflar el ánimo incluso de lectores bien entrenados y dispuestos. Puedo decir es el único libro que tuve que abandonar no porque fuese un mal libro, sino porque me sentía sobrepasado. Esta es una sensación que muchos lectores experimentan con esta novela, aunque hay una minoría privilegiada, o afortunada, o quizá más evolucionada, que consigue sumergirse en la obra ya con un primer contacto. Pero si escribo estas líneas es precisamente porque no pertenezco a esa selecta minoría. Y aun así conseguí terminar amando el Ulises y me gustaría animar a otros para que lo consigan también. La curiosidad por descubrir los ignotos alicientes de esta monumental y abrupta novela —y, por qué no decirlo, el orgullo de “voy a ser capaz de leer este artefacto y no sólo de pasear los ojos por los renglones”— me impulsó a no dejarme vencer, a buscar los ratos indicados en que poder prestarle la debida atención, a centrar mi ímpetu en superar esos primeros capítulos. El esfuerzo fue recompensado. Aun así, hay que admitir que no se trata de un libro para todos los públicos y que su lectura es difícil, pero no es un callejón sin salida. Si yo pude, usted también puede.
–Ni Joyce sabía de qué iba su ‘Ulises’ (En contra) Sí: Ulises es un galimatías, simple y llanamente. Leerlo me recordó a la cascada de sinsentidos que escupían por la calle los locos de mi pueblo: lo que los manuales de psiquiatría definen como “ideación delirante y clínica alucinatoria no coherente”. No: la coherencia o la inteligibilidad no eran su fuerte. Y asimismo hay técnica en su locura. Podríamos decir, de hecho, que esta novela es solo técnica. Mikita Brottman dijo de Finnegans Wake que “el estilo está estructurado de manera deliberada para llamar la atención sobre sí mismo”, y lo mismo puede aplicarse a Ulises. Estilo en estado puro, y a la historia que la zurzan. Después de todo solo el vulgo se interesa por cosas mundanas como sentimiento y trama.
Un ejemplo: “Sus labios labiaron y boquearon labios de aire sin carne: boca para el vientre de ella. Entre, omnienventrador antro. Su boca molde moldeó aliento que salía, inverbalizado: uuiijáh: rugido de planetas cataráticos, globados, incandescentes, rugiendo allávaallávaallávaalláva. Papel”.
Así que de dublinés a dublinés, escuchemos un poco de U2
Recuerda. Hay que besarse más. Y en verano, mucho más
CRÉDITOS
-De la ilustración: ‘A Shout in the Street’ – James Joyce Documentary