5 razones para amar a Bryan Adams

Bryan Adams

1-Tienes 23 años recién cumplidos. Es domingo. Junio. En Euskal Herria, en junio, en la década de los ochenta, hubo sequía, empezaba entonces. Le llamábamos a la tierra que nos había visto crecer mojados Euskadi Tropikala. Ahí estaba sentado yo, en la plaza Malakate, en Maidagan, en Andra Mari de Getxo con uno de los mejores regalos que te puede dar la vida: un amigo como Paúl Zubillaga. Él estudiaba Náutica, es decir, para capitán de la Marina Mercante. Yo, en tercero de Periodismo. Estábamos sentados en un banco en Malakate, y en menos de una hora, en La Casilla, tocaba Bryan Adams.
-¿Vamos?, me dijo Paúl, que tocaba la guitarra en un grupo en Donosti con la cuadrilla, con Alex, Josetxo….
-Tengo examen de Audiovisuales mañana, con Díaz Mancisidor….
-Vale. Tampoco tengo pelas y me viene mal
-Ya, cambié de bando, porque era Bryan Adams, insistí.
-Deja. Deja. Es domingo, exámenes, junio, y como vayamos la liamos… ¿Te sabes el chiste del murciélago?
-No. (Paúl era así, un genio de la diplomacia).
-Ya habría más veranos. Del 69 0 del 88

2-Septiembre de 1986. Dos años antes. Tras 20 horas de bus estaba en un ferry cruzando de Calais a Dover. Iba a Londres. Ahí me enteraría, por ejemplo, que Barcelona iba a celebrar las Olimpiadas del 92 o que el Bing Bang en la Bolsa era ya una realidad (eso es, para el que se haya perdido, el primer hecho de la globalización, una Bolsa que no cierra nunca). Vivía en Holland Park, cerca del mítico bulevar de Sheperd’s Bush, donde vivían y bebían los mods de Quadrophenia. Era un hostel indio que me alquilaba una litera en un cuarto con Laurence, un carnicero australiano, Pete Healing, un buscavidas macarra de madre de Nueva Zelanda y padre de Liverpool, y Conard, un ingeniero irlandés. Pocas veces he sido tan feliz en mi vida como cuando, finalmente, esos tres tipos decidieron que yo era uno de los suyos. Nunca Londres fue un lugar tan maravilloso. Nuestra banda sonora era Bryan Adams y cantábamos sus canciones a voz en grito. Nos bautizamos como The Number Teen Room Boys. Y todavía tengo en mi librería el regalo que me hicieron de despedida.

3-Lejona. Ahora Leioa. Nuestra Universidad. Fiesta de fin de curso para recaudar fondos para el viaje de fin de curso de quinto de carrera. Dubrovnik era el destino. Mi amigo está completamente enamorado. Suena ‘Run to you’ y me dice que «haré todo lo que tenga que hacer para que me mire». Lo consiguió.

Mientras me contaba esto, sonaba en la fiesta ‘She is only Happy when she is dancing’, y mientras yo le respondía que la que a mí me gustaba estaba justo junto a nosotros, ella le dijo a su amiga sin saber que le podíamos oír: «Me duele el cuello de tanto…xxxxx  xxxxxxx».
La vida es así, queridos.

4-Granada. 1998. Estoy solo. Y también estoy vacío. Busco canciones. Buceo en una tienda de vinilos. Aparece el viejo Bryan de hace ya dos décadas. Suena ‘Sombeody’ (I need somebody to love) y empiezo a pegar botes. Pienso que le debo uno al canadiense. Una de las buenas.

5-Hoy. Granada. Desde la última vez me ha pasado de todo. Pero, sin embargo, sigo solo. Y también estoy vacío. Bryan Adams está tocando en el pabellón de la ciudad. Yo ando de guardia. Misteriosamente, el chat de Facebook echa chispas. No son más que personas que te llaman para no estar contigo o para no escucharte, algo que realmente no tiene para mí mucho sentido. Y de repente apareces tú, con tus canciones, con tu emoción, con tu ganas de hablar, de escuchar. Y entonces me doy cuenta de que ya no le debo nada al viejo Bryan. Te la debo a ti. Y gracias.

 

 

Hoy, elecciones: La Federación de Asociaciones de Vecinos pierde la provincia

López de Haro, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos. Foto: Ramón L. Pérez

Este lunes día 25 de enero se celebran elecciones en la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos. La cita es por la tarde en la sede, en la Plaza de la Ilusión.

Al frente de ella, y el único que ha presentado candidatura, Francisco López de Haro, que lleva, se puede decir, toda la vida al frente. Y es de agradecer. A cambio, recibe pitos y flautas, críticas y parabienes, pero hay que reconocer que ahí sigue al frente.

Él mismo explica que en el censo solo quedan ya las asociaciones de vecinos de la capital. Mientras, los grupos municipales valoran cada uno desde su esquina la actualidad y el futuro de esta asociación.

Hay cierta sensación de fracaso. No de la Federación sino de la sociedad. Cuando más se necesitan instrumentos de intermediación con la ciudadanía, más viejunos parecen y más aislados se quedan. Supongo que es culpa de todos. de no haber renovado la sangre del movimiento vecinal, de haberse mirado el ombligo capitalino, de la ausencia de voz en la provincia, de la falta de presupuesto para encarar proyectos, de…

Mientras perece o sobrevive, una foto en la sede, que data de mediados de los años ochenta, muestra al entonces alcalde, el socialista Antonio Jara, sonriente, en el centro, con toda la junta directiva de la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos. Se les ve fuertes, orgullosos, contentos, activos.

Si te fijas, aparece Jesús Quero, que luego sería alcalde y ahora está al frente del PTS, y junto a él está López de Haro.

Mucho tiempo ha pasado, y desde todos los rincones, lo único que llegan son señales de alerta.

López de Haro, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos. Foto: Ramón L. Pérez
López de Haro, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos. Foto: R. L. Pérez

 

091: El numberuán o de Sinatra al piano en Las Vegas

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Manu Leguineche, el jefe de la Tribu de corresponsales de guerra, escribió el día que murió Frank Sinatra que al mito había que tratarlo en su salsa, al piano, antes de un concierto, con su vaso de whiski y un cigarrillo, perfectamente peinado y enchaquetado, relajado, preparándose.

Ahí es donde salía el mejor Sinatra. Como cuando al teléfono desde NY le cantó una noche entera al oído a su mujer, Ava Gardner, que grababa en España una peli y de paso se tiraba a un torero que, dicen, nada más terminar de hacerle el amor, se vistió y salió de la habitación del hotel justo en el momento en que Ava le preguntaba:
-¿Dónde vas?
-A contarlo
Seguramente fue entonces cuando la actriz de los Ojos de Gata, acuñó para sí la frase aquella de que «se acostaban con Ava y se despertaban conmigo».

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Ahora, te encargan un perfil del Pitos, el vocalista de 091. Le conoces desde hace 25 años y te buscas a un tipo que le conoce cuándo el Pitos tenía 16 años, el gran J.J.G.. Haces acopio de recuerdos, de Festivales del Zaidín, del segundo aniversario del Arock con Leche, la mítica sección de discos que en los noventa publicaba IDEAL y que organizó un concierto con Amparanoia, Doctor Feelgood y una versión reducida, Lapido y el Pitos, que cantaron a capella con la guitarra acústica la del Espantapájaros, que salió tan rematadamente excelente, que desde aquel momento la incorporaron a sus directos de esta forma.

¿Qué más? Hablas con Santi y con Carlos. El primero hizo la gira de despedida con los Cero hace veinte años y salió en el Zarabanda; y el segundo fue el que en Rentería, Gipuzkoa, me habló de 091 cuando todavía ni siquiera era la década de los noventa. Luego nos bajaríamos juntos a este Deep Sur. También le paso el texto a muchos y muchas. A Ana, por ejemplo, que me lo devuelve con un beso y me lo firma como fan galáctica de los Cero. Y añade un «está bien retratado el Pitos, tú».

Tengo dudas, porque no sé si centrarme en el chaval que nació en el Padul, que fue punk en los bares de los ochenta o así, que formó un grupo histórico en Huétor Tájar, en el vendedor de ropa de segunda mano, o en el tipo tímido y actitud que canta las canciones de Lapido, como Loquillo las de Sabina, que se dice pronto que aguanta esta comparación.

También puedo relatar el recorrido desde TNT hasta 091 pasando por las Maniobras de Resurrección, el Hombre Garabato o los Guerrero García, Mezcal… es decir, el gran músico, el buen vocalista en que se ha convertido durante todos estos largos años.

Entonces, con toda la info, la experiencia, los conciertos vividos y compartidos, la música de los Cero a toda pastilla en los auriculares, el teclado brillante y la página en blanco, comienzas a escribir. Me gusta recorrer la ciudad, Granada, con mi cráneo y contar lo que veo.

El resultado es este perfil sobre el Pitos: ‘El hombre de negro y luz’. (Leer el perfil en este link). La foto que manda en la página es una joya. No es un posado, no es su estilizada figura, ni una pose Elvis-Morrison, tan efectista, tan elegante, tan actitud. La foto es el Pitos, ojos cerrados, manos agarradas al micro, cuello subido a la cabeza, en pleno esfuerzo, poniendo voz a las eléctricas guitarras-Lapido, a la base rítmica insuperable Tacho-Jacinto. Es el Pitos en ese instante, Sinatra al piano en Las Vegas. El numberuán.
Espero que os guste

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-La foto en sus dos versiones, solo ante el micro, en La Rioja, la madrugada del domingo al lunes 3 y 4 de enero, sacada por este menda lerenda desde la primera fila. Está cantando en ese momento la de «Un día en el Sacromonte»… #debajodelaspiedras

Bowie es tener 20 años toda la vida

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Sir Alec Guinness se tambalea y tiene que apoyarse en la mesa del ajedrez galáctico en el que Luke y Chewbacca juegan en el Halcón Milenario. Se lleva la mano a la cabeza y suelta: «Siento una conmoción en la Fuerza». La Estrella de la Muerte acaba de disparar su demoledor rayo sobre Alderaan y destruir el planeta entero. Es exactamente lo que nos ha sucedido a todos según nos hemos ido despertando esta mañana: Hemos sentido la misma conmoción al conocer que Bowie ha muerto. (Lee la crónica en este link)

David Bowie es uno de los nuestros. Es un genio. Es un artista. Es alguien que supo inventar una gama en la música que trascendía el malditismo y generó un universo paralelo. Era un camino nuevo entre los Beatles y los Stones, entre el Rock y el Pop. Había melodías, estribillos, letras y más letras, disfraces y mutaciones, maquillaje y diseño, moda y sexo, tendencias y vanguardia, sin rumbo preciso, con la capacidad exacta de evolucionar, de olvidar lo anterior, de dar un paso de gigante de un año a otro. De cambiar. Cambiar es quizás la clave.

Una de las preguntas que te haces a lo largo de la vida cuando conoces a alguien y te une la música no es la típica de cuál es tu canción favorita de Bowie. Más bien es cuándo lo descubriste. En qué momento de tu vida, en qué época y con qué disco. Respóndete a ti mismo.

En nuestro caso fue ‘Héroes’. Perdón, ‘Jirous’, que es como se pronuncia. Y era Lucía. Yo cantaba a grito pelado mientras paseaba en invierno por la playa de La Concha en Donosti las mágicas palabras que nos convertirían en Héroes, aunque solo fuera por un día. Tenía apenas 16 años. Y todo eran sueños, ilusiones, vida y más vida:

I, I can remember (I remember)
Standing, by the wall (by the wall)
And the guns, shot above our heads (over our heads)
And we kissed, as though nothing could fall (nothing could fall)
And the shame, was on the other side
Oh we can beat them, forever and ever
Then we could be heroes, just for one day

Fuimos creciendo y acabamos en la Universidad. En mi caso, en el campus de Leioa de la Universidad del País Vasco, en Vizcaya. Bowie, seguía ahí, junto a nosotros.

La escena es imposible de explicar hoy en día, pero la Facultad de Ciencias de la Información, aquel mes de octubre de 1985, por la tarde, era un inmenso bar. La plazoleta, que ya no existe al haber sido incorporada al edificio, estaba completamente llena de jóvenes universitarios bailando, con birras y kalimotxos en la mano. En la entrada a la cafeteria grande, que tampoco existe, una barra de bar gigantesca servía birras y más birras a precios irrisorios.

Todo el suelo estaba sucio, impregnado de esa mezcla de agua de lluvia, suciedad y cerveza. La peña estaba completamente desfasada y yo sonreía: este lugar era perfecto para estudiar Periodismo. Todo el mundo parecía muchísimo más loco que yo. De unos altavoces cochambrosos salía música a todo volumen para terminar de conferir a la escena un patrón épico. Tenía 19 años y el mítico ‘Changes’ de David Bowie me soltó una descarga en el interior de mi cráneo:

Ch-ch-ch-ch-changes
Turn and face the strange
Ch-ch-changes
Don’t want to be a richer man
Ch-ch-ch-ch-changes
Turn and face the strange
Ch-ch-changes
Just gonna have to be a different man
Time may change me
But I can’t trace time

Entonces, me sentí completamente lleno, pleno, feliz.

Y llegó 1986. Hace 30. Bowie tocaba en Madrid, en el Calderón. Jose Guerrero y yo nos pillamos un bus y nos plantamos en el estadio madrileño con nuestras entradas. Vimos a Bowie en directo. No nos lo podíamos creer. Seguimos sin creérnoslo hoy, el día en que se ha marchado. Pero ahí estaba, cantando para todos nosotros la banda sonora de nuestra juventud, que luego sería la de nuestra vida.

Es lo que pienso de David Bowie, que escuchar sus canciones, incluso un día negro como hoy, es tener 20 años toda la vida. Sentirse joven, fuerte, ilusionado. Querer salir, beber y follar. Vivir y cantar a pleno pulmón. Enamorarse, escribir y bailar. Todo eso nos deja Bowie.

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Javier Fuentenebro se ha despedido de Bowie en Facebook, valga como resumen de todo lo que supone para todos nosotros: «El tiempo no ha extendido sus alas todavía. Habla de cosas sin sentido. Escribe tu guión , chaval. Y el mío ( Time- David bowie) . Se ha ido uno de los guionistas de nuestras vidas, aquel que irrumpió con rímel, se hizo negro, luego alemán, pero siempre un músico atrevido, sorprendente e innovador. Al hombre estrella se le ha apagado la luz, pero sigue iluminándonos en el cielo azul. Gracias por tus canciones, Bowie, gracias por los momentos que nos has brindado».

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Por terminar. Javier Fuentenebro nos llevó en los años noventa a un callejón que hay en Londres. Se llama Heddon Street y se accede desde Regent Street, en el centro, cerca de Picadilly Circus. Nos enseñó una foto, en el que se le ve con veinte años dentro de la cabina de la contraportada del Ziggy Stardust. Puedo decir que he estado dentro de esa cabina con Jose Guerrero y Javier Fuentenebro. Recuerdo que los ladrillos de las fachadas del callejón estaban todos completamente grafiteados y grabados a punta de navaja con nombres, fechas, deseos y frases. Seguramente, es el sitio desde el que David Bowie ha partido en este su nuevo viaje.

 

 

 

Tienes más calles que De la Cierva en Granada

Un galimatías enrevesado lleva a que el inventor del autogiro, Juan de la Cierva, pueda llegar a tener dos calles en Granada, más que en su Murcia natal

Calle De la Cierva OK

Un catedrático de la Universidad de Granada, J. J. Merelo, sale a pasear el día de Reyes y cae en la cuenta de que una pequeña calle sin salida que va del Paseo de la Bomba a la Cuesta de Escoriaza se llama «Ingeniero Ricardo de la Cierva». Y VA Y LO TUITEA.

Que se sepa, no existe tal personaje. El que sí existe es el inventor del autogiro, Juan de la Cierva, que ya tiene su nombre en una calle en el Zaidín, entre la avenida de Cádiz y la de Dílar.

Juan García Montero, concejal de Cultura del equipo de gobierno municipal, realiza sus pesquisas y constata que, en efecto, es un error. «Se aprobó en 1996 en la Comisión de Honores y Distinciones, bajo el gobierno de Díaz Berbel, conceder una calle a Juan de la Cierva. La transcripción fue erróneo y llegó al Pleno municipal para su aprobación como ‘Ingeniero Ricardo de la Cierva’. Y se aprobó del tirón sin que nadie se diera cuenta entonces». Ni nadie hasta ahora que lo ha revelado el profesor J. J. Merelo.

Juan de la Cierva fue el inventor del autogiro, como se explica en su entrada en Wikipedia
Ricardo de la Cierva  fue un historiador franquista que falleció hace dos meses, leer en la Wikipedia

¿Qué sucederá ahora?
Que se puede liar.
Veamos las posibilidades del Sudoku.

1-Juan García Montero ha dado instrucciones para que se subsane el error. Argumenta que fue un acuerdo plenario y que solo otro acuerdo plenario puede refrendar el cambio, que se adoptó en la Comisión de Honores y Distinciones. Un mandato, alega, que hay que cumplir.

2-El resultado es que Granada tendría DOS calles dedicadas al inventor del autogiro, más que en su Murcia natal.

3-También se puede hacer caso al profesor J. J. Merelo, que ha lanzado en Change.org una propuesta para que se dedique la actual ‘Calle Ingeniero Ricardo de la Cierva’ al ‘Arquitecto Juan Montserrat Vergés’. En este link puedes leer la propuesta de J. J. Merelo y firmar la petición.

4-También se le puede quitar la palabra ‘Ingeniero’ a la calle ‘Ingeniero Ricardo de la Cierva’, y que se quede, simplemente, ‘Ricardo de la Cierva’, pero el proselitismo franquista del protagonista da para muchos vetos en el pleno, nos tememos.

5-También se le puede llamar a la calle ‘Ingeniero Ricardo de la Cierva’, ‘Ingeniero Juan de la Cierva’. Y a la calle en el Zaidín que se llama ‘Juan de la Cierva’, llamarle, pues no sé, lo que dice J. J. Merelo o aprovechar para ponerle una calle a Chikito, que bien se la merece, un poner.

6-Puede ocurrir que cuando llegue al Pleno, de nuevo, y veinte años más tarde, la aprobación de la calle tal y como es: ‘Ingeniero Juan de la Cierva’, alguien de Ciudadanos proponga que se llame ‘Calle Político Luis Salvador’. Paco Puentedura preferirá que se llame ‘Calle Comunista Julio Anguita’, y rápidamente los de Vamos Granada convocarán una asamblea para sumarse al carro este. Los sociatas del Ayuntamiento de Granada tirarán por algo poético y granaíno como ‘La Calle del Viento’, mítica canción de los resucitados 091. Y los del PP ya han informado que su primer paso ha sido ordenar que se cumpla la decisión inicial y que el nombre se ponga de forma correcta.

¿Cuál te gusta a tí?
¿Qué harías?
¿Con cuál te quedas?
¿Sugerencias?
* Las recopilaré en un post dentro de unos días