Víctor me alertó que José Luis Serrano se encontraba en estado crítico. Esther me confirmó el dolor. Quico me encargó un perfil periodístico de José Luis Serrano, ya que su fallecimiento era cuestión de horas. Finalmente, falleció la madrugada de este viernes: «Buenos días, me escribió Susana a las siete de la mañana. Hace unas horas que inició el viaje a la Medina Elvira de sus sueños».
Tienes entre manos el resultado. Estudiamos Periodismo porque pensábamos que podríamos conocer gente interesante, vital, mágica. Somos periodistas porque las hemos conocido: «Sólo les pido a mis nuevos dioses que protejan a mis hijos y que dejen a mis ojos leer hasta entrada la noche». Gracias, José Luis Serrano
Padre, Hijo, Mortal
Granadino hasta la médula, ni el cáncer que lo ha fulminado ha logrado hacer mella en su palabra, gesto o compromiso, que permanece intacto
Ha sido todo lo que es: Padre, Hijo, Mortal. Y ha estado de todo lo que ha querido, sabido y podido: Alumno, Escritor, Investigador, Lector, Catedrático y Parlamentario. Para los que deja sumidos en una tonelada de tristeza, también ha estado de maestro. Ser y estar. José Luis Serrano, fallecido en Granada por sorpresa de un cáncer fulminante, parece que dividía la vida y el cosmos con la diferencia entre el ser y el estar: «Algo que mis estudiantes de español en Alemania no alcanzaban a comprender». Lo resumía así, en nuestro primer encuentro, recién elegido diputado andaluz por Granada: «Se es padre, hijo y mortal. Para lo demás, se está».
¿Por qué era tan importante esta disquisición para José Luis Serrano? «Porque yo no soy político pero sí estoy en la política», respondía. Es lo que tenía meterse a entrevistar a un diputado que vivía de su cátedra, que acababa hablando de la atribución del significante que postula Ernesto Laclau, teórico político argentino frecuentemente llamado postmarxista, una de las fuentes teóricas de Podemos; y se terminaba pasando por Gramsci no sin antes recordar que «lo que no se nombra no existe», que definió Wittgenstein.
Y con todo este bagaje cultural, llegaba en el llamado ‘año del cambio’ a Sevilla como portavoz del grupo parlamentario de Podemos. Cuentan que ha protagonizado durante estos meses enfrentamientos dialécticos con la presidenta Susana Díaz, pero no es verdad. Porque el caso es que uno de los dos hablaba y el otro aprendía. Decidan ustedes quién es cuál.
En una ocasión, memorable, decidió suspender a los grupos parlamentarios del Partido Popular y Ciudadanos durante el debate sobre la proposición no de ley denominada ‘En defensa del Estado de Derecho y la cohesión de España’. Les acusó directamente de confundir los conceptos ‘Democracia’ y ‘Estado de Derecho’ y terminó explicando que la propuesta que pretendían aprobar en sede parlamentaria aplicaba «la teoría franquista del Estado de Derecho, un concepto sucedáneo que pretendía limitarlo al gobierno del orden… Pero estamos en el año 2015 y estamos defendiendo la Constitución de 1978 ¿y recurren al franquismo más antiguo?».
-«Suspenso», les dijo a todos ellos desde la tribuna.
Luego, continuó sus ocho minutos de intervención destripando, científicamente, los errores de esta proposición y la argumentación en tres puntos de la negativa de Podemos a aprobarla: «Por lo que dice y dice mal. Por lo que no dice y debería de decir. Y porque simplemente va contra los intereses de Andalucía»: Un lujo de orador.
Como la explosión de una bomba intelectual tras la cual queda poco que argumentar, José Luis Serrano terminó su intervención: «Lo que no vamos a consentir es ir a un federalismo asimétrico. Tenemos ya una Constitución con menciones especiales a los regímenes fiscales de País Vasco y Navarra, y ahora se va a hacer una mención especial a Cataluña. Y los demás, todos juntos. La Rioja, Murcia y Andalucía, con todos mis respetos. Pero esto no está en el patrimonio constitucional andaluz y es inadmisible. Sería un golpe de estado y frente al golpe de estado nos van a encontrar».
MARCA GRANADA
Granadino hasta la médula, ni el cáncer que lo ha fulminado ha logrado hacer mella en su palabra, gesto o compromiso, que permanece intacto. José Luis Serrano era Marca Granada, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Granada, escritor, en su biografía en la red social Twitter se autodefine como «diputado por Granada al Parlamento de Andalucía. Escritor, profesor y a la inversa», donde todo su potencia intelectual se mostraba con esplendor. Esta biografía tuitera va acompañada de una foto, y en ella aparece junto a la Torre de la Vela de su querida Alhambra. Y ahí es donde la investigación, el estudio, la reflexión, la lectura, el debate, aparecía de la mano de Granada y su Andalucía.
Lisérgico en su discurso en campaña con frases literarias emotivas, apelativas, arengas directas a la conciencia: “Los siete cielos de la Alhambra no se toman por consenso, se toman dándole el poder a la ciudadanía”. No era más que el principio de una persona que a la hora de retratar es mejor hacerla con sus propias palabras: “Y lo vamos a hacer, pero que no se asusten, que esta vez no traemos la guillotina, que nos pondremos delante del que intente quemar una iglesia, sabemos mucha historia, y se van a hartar de votar”.
Sus intervenciones son la savia y sangre del discurso actual de Podemos en todo el país. Si se lee o escucha las intervenciones de José Luis Serrano, se entiende mejor su propósito: «Tenemos que explicarle bien a nuestros compañeros de buena fe que no se trata de ocupar la izquierda del tablero, para hacer el gran partido de la izquierda. Se trata de ganar. Esta vez no se trata de cambiar a un alcalde de derechas por uno de izquierdas”. Y continúa José Luis Serrano: Se trata de empoderar a la ciudadanía para que asalte los siete cielos y para que nuestros hijos no nazcan vasallos, sino libres e iguales. Aunque para eso tengamos que derrotar antes a un alcalde, y a los tribunos de su leal oposición”. “No es fácil. Pero nosotros sabemos leer la Alhambra… somos el pueblo de Granada. Y claro que podemos”.
LOS NUEVOS DIOSES
Sólo dividió la actividad vital en ser y estar, y también, los días. Para lo demás era más bien de sumar. Y quizá de despedirse, tras haber luchado «como un toro», recuerda, ayer, una de sus colaboradoras. Deja así escrito, hace apenas tres meses, unas letras que duelen, que vibran, que dejan un tenue aroma de esperanza, que te van a hacer llorar: «Hay días bonitos y hay días en los que no leo, es decir, terribles».
Suena todo a testamento: “Ahora miro el espejo y ya sé cual es el antepasado que acecha, el anciano que espera. Estoy cansado (…) Me rindo. Vislumbro con la edad los límites infranqueables, lo que ya nunca haré. Me sé perdido en nimiedades gramaticales y académicas, me sé ajeno a lo que de verdad ocurre. Pero me ha parecido oír el gran rumor de la epopeya andaluza y sólo quiero seguirlo”.
“Es por eso por lo que a mis nuevos dioses, cuyo nombre también ignoro, ya sólo les pido que protejan a mis hijos y que dejen a mis ojos leer hasta entrada la noche”.
CRÉDITOS
La fotgrafía, de Alfredo Aguilar. Gracias