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Las sucias heridas del viejo Bajo Albaicín infectan letalmente esta parte del barrio Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Cuesta creer que la espalda de la remozada Gran Vía, con sus espléndidas farolas de diseño, su piso de loseta isabelina y la modernísima LAC que la cruza a diario, sea una frontera con una suerte de ‘infraGranada’ donde la calle Elvira se ha convertido en la barrera a cualquier posible solución.

La padece la mismísima iglesia de San Andrés, cerrada desde hace ya dos puñados de años y en peligro de derrumbe y sin solución aparente. La sufre la propia calle Elvira, con un tráfico ensordecedor y un modelo de consumo depredador. La sufre todo el entorno y la sufren los propios vecinos.

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Tan solo hay que pasear con la cámara de fotos en ristre para contemplar el precio de la degradación de unas calles que en su origen forman parte del propio paraíso por su singular belleza. Los vecinos, como denuncian en las juntas de distrito del Albaicín cada dos por tres, están hartos de sufrir el abandono y la desconsideración.

Los solares vacíos llenos de escombros, basuras y orines son una de sus quejas. Hay uno, inmenso, en plena calle Elvira que, al estar debidamente cercado, tan solo esta afectado por unas enormes pintadas.

En la calle Correo Viejo, que sube desde Elvira hasta la Cuesta Beteta, acaban de destrozar el murete de ladrillo basto y la entrada al solar es libre. Es la gota que ha colmado el vaso de los vecinos. La asociación del Bajo Albaicín ha recogido su denuncia y la ha hecho pública. Razón no les falta.

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Hay ratas y algunas están muertas. El solar está alfombrado con basura en descomposición y los orines y las defecaciones terminan de convertir el lugar en una suerte de infierno donde el azufre sería un perfume francés de los caros.

El lugar está siendo utilizado según las necesidades de cada uno: como aliviadero por los indigentes, como contenedor de basura para los menos cívicos y como escombrera para quien no cumple con sus obligaciones.

Además, el lugar es tremendamente peligroso ya que toda la estructura está al aire. Los vecinos, en sus quejas, piden que se limpie y que se cierre la entrada para evitar males mayores.

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LAS QUEJAS DE LOS VECINOS
Solares.  El de la calle Correo no es el único. En la misma calle Elvira hay uno considerable. Ylos hay repartidos por todo el Albaicín y denunciados como focos insalubres.
Basura.  Los contenedores no son suficientes y siempre están colapsados por muebles y todo tipo de enseres.
Abandono.  Hay innumerables edificios vacíos, con las puertas y ventanas tapiadas, que duermen el sueño de la rehabilitación.
Ruido.  La estrecha y alargada calle Elvira está abierta al tráfico y el ruido es una constante de la zona.
Grafitis.  No han perdonado ni una sola de las calles que jalonan el Viejo Albaicín. Son pintadas a troche y moche.

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