Categoría: Daniela

El tiempo vuela

 

príncipe rana
Este me parece muy bien

 

Ni uno, es que no he alcanzado ni uno de los objetivos que tenía para los treinta. Verán, allá por los siete años tracé mi plan vital y me salió de perlas. Básicamente tras terminar mis estudios me lanzaba a una vertiginosa carrera profesional que se veía completada con  la aparición de un príncipe azul (no lo dejaba cerrado pero parecía bastante probable que fuese Guillermo de Inglaterra con el que tengo cantidad de gustos en común como los castillos y las joyas de su abuela) junto al cual formaría una enorme familia. Como ven el plan era sencillo, ahí residía su elegancia.

Pero el destino está colaborando poquísimo. Una es optimista como pocas pero claro, a nadie se le escapa que ya he cumplido treinta y uno y mi trabajo no pasa de resultón y lo del príncipe azul… Pues miren casi que si aparece una rana, rana de las verdes viscosas de charca de toda la vida, yo le doy una oportunidad que no está el huerto como para muchas chulerías.

Total que si quiero llegar al cuadro de objetivos de los 35 con cuatro hijos, un premio Nobel (quería dos como Curie pero ahora lo veo pretencioso) y siendo Presidenta del Gobierno pues voy a tener que ponerme las pilas pero que ya, ya. He echado cuentas y tengo que quedarme embarazada el mes que viene, y eso que me he puesto dos partos gemelares y que enamoro a Bradley Cooper por Skype en un par de semanas, en las que tengo que aprovechar para preparar las presidenciales.

Cómo llegué a tener un diamante

 

2012-11-18 14.31.5814 de Febrero de 2012

17:00 P.M

Mientras me enfundo en mis zapatillas-conejo preparada para pasar San Valentín viendo Divinity y comiendo palomitas pienso en cuanto mal ha hecho Pretty Woman en el colectivo femenino.  En el justo momento que suena el microondas con el inconfundible pop, recibo llamada de Juanito, mi amigo multimillonario. Me necesita urgentemente, palabras textuales, quiere llevarme a cenar a “Villa Oniria”. Cambio de planes… Adiós zapatillas peluche  aquí llega mi Richard Gere particular.

Baño de espuma y música de Roxette. Lencería roja, vestido rojo y tacones interminables. Antes de salir, pasada por el whatsapp para informar a todos mis contactos que tengo una cita.

20:00 P.M.

Llega Juanito en su Porsche  con un enorme ramo de flores. Adoro San Valentín, así si gusta celebrarlo. Con millonario y  flores es como de verdad tiene encanto esta fecha. Saludo a Juanito e intento hacerme con el ramo. Juan lo retira hábilmente.  No son para mí, son para una tal Adele Boriskaya. Una heredera Rusa de la que está prendado. No debí precipitarme anunciando el fin de mi soltería en el dichoso whatsapp y en Facebook.  ¿Qué pinto yo en la cena? Adele ha venido con su hermano y Juan se comprometió a buscarle una acompañante. Me cuenta los detalles de los Shrisvskaya, al parecer están forrados pero forrados. Juan no se cree digno de la tal Adele. Yo si me veo digna del ruso y aun sin conocerlo les aseguro que le amo. Lo de Juanito nunca hubiese funcionado. Si juego bien mis cartas todavía puedo quedar bien con mi agenda.

21:00 P.M.

Adele ha venido a dar un curso de flamenco en el Sacromonte. Quiere ser bailaora. Juanito le da el ramo. Adele rechaza el ramo, es alérgica a la rosa común y a otras 170 cosas. Va a flipar en el Sacromonte.  Daniela recoge el ramo y sonríe al ruso. El ruso solo habla en ruso. Un claro inconveniente para nuestro futuro en común que él no deja de decir ruserías. Estoy dispuesta a pasarlo por alto. La conversación no es todo en una pareja.

En el segundo plato Juanito saca una cajita de terciopelo monísima y se la entrega a Adele. Un maravilloso diseño de Suarez brilla en su interior. Se lo señalo entusiasmada al ruso a ver si coge ideas. La chica mira con desprecio la caja. Las esmeraldas le traen mala suerte, le parece un insulto el regalo y lo tira airada a Juanito. Juanito, desesperado arroja el anillo que sobrevuela el solomillo del ruso, si a ella le traen mala suerte a él también. En una elegante pirueta recoge Daniela justo antes de que aterrice en la langosta de la mesa quince. Antes del postre el marcador personal de Daniela ya cuenta con un ramo y un diamante con esmeraldas.

Durante los profiteroles Adele nos deleita con una exhibición de su Russian-flamecova. Desde luego resulta curiosa aunque el entusiasmo de Juanito resulta algo sobreactuado. En uno de sus aspavientos le tira una copa de champagne a la rusa que indignada se levanta y retira la promesa de acompañarlo al bautizo del niño de Marta Ortega.  Sonrío a Juanito y le indico que estoy libre en esa fecha. Sonrió a mi ruso por si él también está invitado y duplico mis posibilidades. El mejor San Valentín de mi vida. El mejor con diferencia. Les digo que para celebrar como Dios manda éste día con flores y diamantes lo del novio es casi lo de menos.

De rebajas

Ella no iba de rebajas, y sí iba a la ópera
Ella no iba de rebajas, y sí iba a la ópera

 

¿Dos veces? El ser humano tropieza doscientas veces con la misma piedra, o al menos ese es mi caso. Otra vez he vuelto a ir de rebajas, cosa que en teoría me tengo prohibida porque me sale demasiado cara. Jamás puedo utilizar nada de lo que compro.

De camino a las rebajas repaso mi plan de acción concienzudamente.

1.- No voy a comprar nada que no sea de mi talla.

2.- Nadie me va a convencer de que me favorece una barbaridad el verde esmeralda.

3.- No necesito para nada unos pantalones bombachos (error del 2009), una falda de tablas (tragedia del 2010), un abrigo con hombreras (también perteneciente a la cosecha del 2010, un mal año sin duda), ni una blusa con estampado animal (Semana Fantástica del 2011)

Ya en las rebajas me impregno del ambiente. Colas enormes y señoras con los brazos llenos de bicocas. Repasemos de nuevo el plan:

1.- En realidad, esta falda casi es mi talla, porque lo que sería una pena es comprarme una cuarenta siendo cosa hecha que voy a perder dos kilos antes de la boda de Pilar en marzo. De hecho ya estoy a dieta.  He empezado con lo de desayunar como una reina y comer como una princesa. Lo único que me salté ayer fue lo de cenar como una mendiga. Más bien fue como una Vizcondesa. Pero en fin, voy por el buen camino. Ya he cogido medio kilo, y todo el mundo sabe que en todas las dietas coges un poco de peso al principio. Por eso te dicen que no te peses en una semana.

2.- ¡El mostaza! Eso sí es un descubrimiento. Todos estos años y he necesitado que venga la dependienta de Adolfo Domínguez para darme cuenta de que es el color ideal para mi tono de piel. ¡Cuantos años perdidos!

3.- Si he llegado a finales de enero sin un manguito  ha sido casi casualidad. Que razón lleva la señorita, es imprescindible para mis veladas de ópera, en el teatro… Voy a dejar bizco al personal.

Semanas después, ya en febrero y frente al espejo de casa:

1.- No vuelvo a comprar en ninguna tienda donde no devuelvan el dinero.

2.- Odio el mostaza.

3.- Me he cargado la falda intentando abrocharla. Ya no voy a la boda de Pilar y tampoco parece que me lluevan las invitaciones a la ópera.  Seguro que ni era verdad que se lo hubiese quedado ella si hubiese sido de su talla. ¿Cómo no va a ser de su talla un manguito?

 

Daniela lee la Tesis (II)

 

Tacita de té de Claudia
Tacita de té de Claudia

 

– Hola Claudia. Quería pedirte un favor. – Encuentro a mi víctima recostada en el sofá y entre volutas de su humeante té. Parece de buen humor.

– Lo que quieras, para eso están las hermanas mayores.   – La esperanza es lo último que se pierde. A lo mejor es verdad que por fin me echa una mano.

– Ya, vale, gracias. Verás, es que en Marzo tengo que leer una tesis y me preguntaba si sería posible que tiraras de exnovios para ver si alguno tiene algo que me valga.

– Debería darte vergüenza Daniela. Ya sabía yo que tu dilapidada existencia terminaría por pasarte factura. ¿Has leído el cuento de la cigarra y la hormiga? – Pone esa cara tan suya de despecho con la nariz en punta.

– ¿Cómo puedes ser tan cínica? Tú, el Cigarrón Supremo. Sin ir más lejos tu tesina te la hizo aquel pobrecito de Jorge  y encima le cambiaste el tema dos veces.

– Sí, es que no  terminaba de alcanzar el tono dramático que Dickens necesitaba, aunque he de reconocer que con las hermanas Brönte hizo un gran trabajo. Pero no te confundas. Ese fue un favor que yo le hice. Gracias a mí, él también es ahora Doctor.

– Sí bueno, es cirujano vascular… – mejor no irnos por las ramas. – Vamos Claudia, yo me pliego a cualquier cosita que tengan ya hecha. En principio va de algo de tierras y eso, pero si tienes alguna disponible y resultona puedo intentar darle un cambio de orientación. Por qué no hablas con el ingeniero agrónomo ese que da clase en la complutense. Seguro que tiene algo que me valga.

– Daniela pídeme lo que quieras. Ya sabes que eres mi debilidad. Si me pidieses que cruzase el Jordán a nado bien sabes que no replicaría, pídeme que escale el Everest y allí estaré con semblante sonriente.  Pero estamos hablando de principios. Mis principios. Y ahí sí que, con todo mi dolor, debo decirte NO.

– Claudia, que yo conozco tus principios y se parecen mucho a tus finales: actos inmorales sólo si son en tu propio beneficio.

– Tú lo has dicho. No quiero que mi hermana pequeña cometa mis errores. Trabaja, Daniela, trabaja.

– Adiós Claudia – y cierro la puerta creyéndolo todo perdido.

– ¡Daniela! – Vuelvo sobre mis pasos esperanzada. Ha recapacitado. La miro ilusionada esperando sus reconfortantes palabras.

– ¿Me traes una cookie de arándano?

¡En marzo leo la Tesis!

¿Y qué le cuento yo al tribunal?
¿Y qué le cuento yo al tribunal?

 

Sorpresita de nuevo año de mi jefe. En Marzo leo la tesis.  La cosa no tiene arreglo. Está decididísimo. La catastrófica noticia me ha llegado esta misma mañana. Eso me pasa por cogerle el móvil, soy una blanda y lo voy a pagar bien caro. No sé desde cuándo lleva rumiando el tema mi jefe, el Doctor Carvallo, pero debe llevar lo suyo porque me ha dado detalles de lo más espeluznantes. Al parecer va a haber un tribunal para mí solita. Tengo que enterarme de si tienen potestad para enviarme a la cárcel, porque  me huelo que la primavera me pilla en chirona. Llevo todo el día recordando la trágica conversación con Carvallo.

– Daniela, en Marzo lees la tesis.

– ¿La tesis de quién? – De vez en cuando a mi jefe le da por darme alguna tesis a ver si se me pega algo. Yo las guardo dos semanas y luego le digo que he cogido cantidad de ideas.

– La tuya claro.

– ¿LA MÍA? – Este hombre es un inconsciente o es una broma pesada. Para leer una tesis hay que tener una tesis que leer.

– Uy no, no. Mis resultados van a dar mucho que hablar y no quiero precipitarme. Ya le digo que podría ser una conmoción para la sociedad edáfica. – se necesita tener mal gusto siquiera proponer algo así.

– Que se conmocionen. Tú lees la tesis en Marzo y no hay más que hablar. De hecho para Reyes tendrás un tribunal.

– ¿Tribunaaaaaal? Yo no quiero un tribunal para Reyes. Quiero unos pendientitos de Swarosky.

– Daniela, no digas más disparates. El Dr. Rasputov va a ser el presidente del tribunal. – Dios mío, Dios mío. El Rasputín ese es un ruso que no se anda con chiquitas. No descarto que me ejecute sobre la marcha.

– Es que en Marzo no puedo. Me operan. Es una operación muy larga y entre preoperatorio y postoperatorio se nos va el mes

– ¿De que te operan? –puedo sentir su recelo.

– Pues…bueno…es un secreto. – Ya me he operado de apendicitis tres veces, de cataratas, de un ojo vago. Tengo que andarme con pies de plomo, el repertorio está agotadísimo

– Daniela no voy a retrasar tu tesis porque quieras ponerte pecho.

– ¡Yo no quiero ponerme pecho!… ¿Cree que tendría que ponerme pecho?  –  ¿Será un secreto a voces en el mundo de la edafología? Lo ha dicho con mucha convicción.

– No, no…Daniela, en Marzo lees la tesis. Si tengo que trasladar al tribunal al Hospital lo traslado pero tú lees la tesis como que yo me llamo Carvallo. –No veo mala idea leerla en el hospital, así me pilla cerquita después del linchamiento.

¡Qué panorama de Navidad! Sin novio, sin pendientes, sin pecho… y con una tesis por hacer. Espero que haya algo en “El rincón del vago” .

Mi amigo Beltri

 

Las secuelas de Halloween
Las secuelas de Halloween

 

– Muchas gracias por venir Daniela. Después de nuestra última cita no tenía nada claro que aceptases verme.  –  La última vez que lo vi acabamos en comisaría.

– Quita, quita Beltrán, estoy encantada. ¡Uy, pero qué blanquito estás!. ¿Has perdido peso?  –Pregunto mientras me siento en nuestra mesa.

– Dani, he cambiado mucho desde la última vez que nos vimos. Ahora soy un vampiro.

– ¿Tú un vampiro? – Lo que me faltaba ahora que después de diez años por fin ha terminado Derecho empieza con los complejos. – Lo de que los abogados sois unos chupasangres es un tópico…

– No, no Daniela. Soy un vampiro de los otros  – y me echa una mirada significativa a la vez que saca los dientes en un gesto horrible.

– ¿Te refieres en plan Drácula y esas cosas?  – En otro sería una confesión bastante extraña pero Beltri ha sido ya casi de todo.

– Yo soy más del rollo Cullen.

– Aaaah, ya, – mi madre cuanto tarado suelto.  – Tú no puedes ver la sangre, te desmayas.

– Lo suplo con vocación Daniela. El otro día probé un trozo de morcilla y te digo que no me disgustó…

– Ya bueno, es prometedor, pero comer morcilla no te convierte en vampiro Beltri. ¿Para qué diablos quieres ser tú un vampiro con lo bien que te iba de hobbit?

– Dani, solo quiero avisártelo porque me figuro que te sentirás fuertemente atraída por mí. La vampirez es lo que tiene, os deja listas en un plis-plas. En ese sentido la vida de Hobbit era más tranquila.

Llega el camarero yo pido un café con leche y él un cola-cao y pan tumaca.

– Para ser un vampiro te cuidas ¿eh? Cola-cao y pan tumaca. Eso lleva ajo y no me gustaría que te desintegrases delante de mí. Estaría feo.

– No soy ningún purista. Esto es como los vegetarianos y el queso. Yo soy vampiro pero con mentalidad abierta. Lo que sí que he dejado del todo es el brócoli.

– ¿El brócoli?

– Sí, desde que soy vampiro lo he dejado, como las judías.

– Naturalmente, un vampiro comiendo judías pues como que no.

Y es la verdad. Drácula comiendo judías y luego directo al ataúd con lo mal ventilado que está eso pues es un problema. Beltri me sacó de mis ensoñaciones.

– Daniela. Por favor, no te enamores de mí. No quiero hacerte daño.

– Ya bueno, no te preocupes Beltri, yo soy más de hombre-lobo ¿sabes?. Oye, si ya no te vale el anillo élfico lo acepto encantada.

– ¡Gollum!

– No empezemos Beltri que terminamos en comisaría como la última vez.

– Gollum, más que Gollum – me arrea un mordisco y sale corriendo. Por lo menos esta vez no ha venido la policía.

– ¡Adiós Beltri. Nunca cambiarás!— Vocifero mientras pienso para mis adentros que algún día el anillo será mío. ¿Después de todo, para qué lo quiere un vampiro?

Mi tessoro. Preciosso mío…

HALLOWEEN

Bruja
A ver si me gano el respeto del vecindario de una vez..

La pura verdad es que me resulta una fiesta de lo más antiestética. Eso de decorar la casa con lápidas y calaveras, pues la verdad, no me acaba de convencer. Ayer estuve en una tienda buscando algún adorno coqueto y sin darme cuenta me estaba interesando por el precio de una telaraña gigante  que por desgracia no formaba parte del atrezzo sino un descuido de la limpiadora. Buena negociante la dueña, sí señor, me la vendía por cinco euros si estaba muy interesada  y me regalaba un murciélago tuerto al que le faltaba una pata. No quise hacer más indagaciones pero para mí que también era material original. Deben de haber aprovechado esta fiesta para hacer limpieza de almacén y encima sacar unos euretes.

Luego está el asunto de los disfraces, yo quiero ver qué pinta tendría de princesa o de hada o algo así pero no siento la menor curiosidad por saber cómo me quedaría un hacha atravesándome la cabeza. Más simpatía siento por las brujas y las calabazas. Una amiga de la infancia decía que toda mujer esconde una bruja. Buena o mala pero una bruja. No sé yo qué decirles, en más de una ocasión he tratado de convertir en gato a un par de indeseables y puedo asegurarles que de momento no he tenido mucho éxito. Y lo de volar en escoba pues también estaría sensacional así que este año estoy lanzada a invertir en una buena escoba y en unas medias a rayas rojas, a ver si salgo volando y dejo a todos los vecinos patitiesos de la impresión. Ya verán como ninguno me vuelve a mirar mal por no ir a las reuniones de la comunidad. Una buena puesta en escena y hasta es posible que me arreglen el jardín de balde. Sí, esta perspectiva me está animando, voy a decorar alguna calabaza y a hacerme la interesante por el barrio. Ya saben, algún comentario del tipo: «¿Habéis visto un pelo de ratón? Lo necesito para una cosita» o bien «¡Uy! Mi frasquito con aliento de murciélago que se me caía»… Ya les contaré, ya les contaré JA-JA-JA-JA-JA (Risa malvada, muy malvada).