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Daniela lee la Tesis (II)

 

Tacita de té de Claudia
Tacita de té de Claudia

 

– Hola Claudia. Quería pedirte un favor. – Encuentro a mi víctima recostada en el sofá y entre volutas de su humeante té. Parece de buen humor.

– Lo que quieras, para eso están las hermanas mayores.   – La esperanza es lo último que se pierde. A lo mejor es verdad que por fin me echa una mano.

– Ya, vale, gracias. Verás, es que en Marzo tengo que leer una tesis y me preguntaba si sería posible que tiraras de exnovios para ver si alguno tiene algo que me valga.

– Debería darte vergüenza Daniela. Ya sabía yo que tu dilapidada existencia terminaría por pasarte factura. ¿Has leído el cuento de la cigarra y la hormiga? – Pone esa cara tan suya de despecho con la nariz en punta.

– ¿Cómo puedes ser tan cínica? Tú, el Cigarrón Supremo. Sin ir más lejos tu tesina te la hizo aquel pobrecito de Jorge  y encima le cambiaste el tema dos veces.

– Sí, es que no  terminaba de alcanzar el tono dramático que Dickens necesitaba, aunque he de reconocer que con las hermanas Brönte hizo un gran trabajo. Pero no te confundas. Ese fue un favor que yo le hice. Gracias a mí, él también es ahora Doctor.

– Sí bueno, es cirujano vascular… – mejor no irnos por las ramas. – Vamos Claudia, yo me pliego a cualquier cosita que tengan ya hecha. En principio va de algo de tierras y eso, pero si tienes alguna disponible y resultona puedo intentar darle un cambio de orientación. Por qué no hablas con el ingeniero agrónomo ese que da clase en la complutense. Seguro que tiene algo que me valga.

– Daniela pídeme lo que quieras. Ya sabes que eres mi debilidad. Si me pidieses que cruzase el Jordán a nado bien sabes que no replicaría, pídeme que escale el Everest y allí estaré con semblante sonriente.  Pero estamos hablando de principios. Mis principios. Y ahí sí que, con todo mi dolor, debo decirte NO.

– Claudia, que yo conozco tus principios y se parecen mucho a tus finales: actos inmorales sólo si son en tu propio beneficio.

– Tú lo has dicho. No quiero que mi hermana pequeña cometa mis errores. Trabaja, Daniela, trabaja.

– Adiós Claudia – y cierro la puerta creyéndolo todo perdido.

– ¡Daniela! – Vuelvo sobre mis pasos esperanzada. Ha recapacitado. La miro ilusionada esperando sus reconfortantes palabras.

– ¿Me traes una cookie de arándano?

¡En marzo leo la Tesis!

¿Y qué le cuento yo al tribunal?
¿Y qué le cuento yo al tribunal?

 

Sorpresita de nuevo año de mi jefe. En Marzo leo la tesis.  La cosa no tiene arreglo. Está decididísimo. La catastrófica noticia me ha llegado esta misma mañana. Eso me pasa por cogerle el móvil, soy una blanda y lo voy a pagar bien caro. No sé desde cuándo lleva rumiando el tema mi jefe, el Doctor Carvallo, pero debe llevar lo suyo porque me ha dado detalles de lo más espeluznantes. Al parecer va a haber un tribunal para mí solita. Tengo que enterarme de si tienen potestad para enviarme a la cárcel, porque  me huelo que la primavera me pilla en chirona. Llevo todo el día recordando la trágica conversación con Carvallo.

– Daniela, en Marzo lees la tesis.

– ¿La tesis de quién? – De vez en cuando a mi jefe le da por darme alguna tesis a ver si se me pega algo. Yo las guardo dos semanas y luego le digo que he cogido cantidad de ideas.

– La tuya claro.

– ¿LA MÍA? – Este hombre es un inconsciente o es una broma pesada. Para leer una tesis hay que tener una tesis que leer.

– Uy no, no. Mis resultados van a dar mucho que hablar y no quiero precipitarme. Ya le digo que podría ser una conmoción para la sociedad edáfica. – se necesita tener mal gusto siquiera proponer algo así.

– Que se conmocionen. Tú lees la tesis en Marzo y no hay más que hablar. De hecho para Reyes tendrás un tribunal.

– ¿Tribunaaaaaal? Yo no quiero un tribunal para Reyes. Quiero unos pendientitos de Swarosky.

– Daniela, no digas más disparates. El Dr. Rasputov va a ser el presidente del tribunal. – Dios mío, Dios mío. El Rasputín ese es un ruso que no se anda con chiquitas. No descarto que me ejecute sobre la marcha.

– Es que en Marzo no puedo. Me operan. Es una operación muy larga y entre preoperatorio y postoperatorio se nos va el mes

– ¿De que te operan? –puedo sentir su recelo.

– Pues…bueno…es un secreto. – Ya me he operado de apendicitis tres veces, de cataratas, de un ojo vago. Tengo que andarme con pies de plomo, el repertorio está agotadísimo

– Daniela no voy a retrasar tu tesis porque quieras ponerte pecho.

– ¡Yo no quiero ponerme pecho!… ¿Cree que tendría que ponerme pecho?  –  ¿Será un secreto a voces en el mundo de la edafología? Lo ha dicho con mucha convicción.

– No, no…Daniela, en Marzo lees la tesis. Si tengo que trasladar al tribunal al Hospital lo traslado pero tú lees la tesis como que yo me llamo Carvallo. –No veo mala idea leerla en el hospital, así me pilla cerquita después del linchamiento.

¡Qué panorama de Navidad! Sin novio, sin pendientes, sin pecho… y con una tesis por hacer. Espero que haya algo en “El rincón del vago” .