Mes: marzo 2012

No me juzguen mal

Pobre mujer
Pobre mujer

 

No me juzguen mal, pero yo en Blancanieves siempre he sido muy de la madrastra. A ver, no voy a defender lo de la manzana. Que envenenar la fruta es un detalle de muy mal gusto no se le escapa a nadie. Y lo del cazador pues también está feísimo.  Pero vamos, que esa mujer estaba bajo mucho estrés. Que la niña canturreando todo el día, la mandas a por un cubo de agua y te  tarda hora y media. El castillo cayéndose a pedazos y ella jugando con las palomas. Pues no está bien. Además, la madrastra es un emblema de mujer trabajadora, lo lleva todo para adelante, el castillo, maltratar a la princesa, sus pócimas… y después de un día agotador llegas y al espejito le da por decir impertinencias, ¡pues hay que ponerse un poco en su piel!

Además, esa mujer está muy necesitada de afecto. El rey (padre biológico de Blancanieves) se conoce que la tiene bastante abandonada. Si le hubiese organizado un par de bailes y varios actos como ha hecho William con Kate seguro que no tenía tanto tiempo para chismorrear con el espejo. Y luego, la verdad es que Blancanieves no es una niña fácil. Después de enredar al cazador, les birla la casita del bosque a los enanitos. Un allanamiento de morada ya de por sí es grave, pero es que encima se queda con las siete camitas y los otros tontos, que debían tener síndrome de Estocolmo, tan contentos durmiendo en calderos. En cuanto ve a la anciana también decide aprovecharse de ella comiéndose su fruta de balde, y después de que los enanitos le esculpan un ataúd de cristal, que ya tiene que ser difícil la cosa, y la velen durante semanas ella se lo agradece largándose con el necrófilo del príncipe, al que solo conoce de dos minutos y con el que no llega a cruzar una sola palabra en todo el cuento. Para colmo, la princesa termina con el príncipe azul y la pobre madrastra entre matorrales. Pues no.

Así que estoy ilusionada con ver la nueva versión, a ver si la mujer termina mejor que en las anteriores.

¡Ánimo Julia!

Amor comprometido

El petirrojo de boina
El petirrojo de boina

¡Buf, esto del consultorio está acabando conmigo! Y encima la gente nunca está contenta. Como ejemplo un botón, el caso de Raquel y Mateo en el que ando enfrascada en estos momentos. Os pongo en antecedentes.

Querida Claudia:

Estoy desesperada. Me enamoré de Mateo por su solidaridad, por su constancia, por defender sus ideales, por su afán de lucha, por su amor a los animales… Es decir, por lo mismo que lo detesto tres meses después. Sí, Claudia, no me juzgues a la ligera, yo nunca pensé que se pudiese llegar a odiar a un inocente pajarillo, pero créeme, mis sentimientos no dejan lugar a dudas. Lo detesto con la mayor honestidad. Cuando Mateo me contó que abanderaba el movimiento en contra de la extinción del “Petirrojo de boina”, el bichito me inspiró una ternura inmediata, con ese piquito curvo y esa mirada tan desvalida. Sin embargo, con el paso de las semanas, me fui dando cuenta de cómo el petirrojo se interponía entre Mateo y yo. Todos los fines de semana a encadenarse en algún sitio. No me juzgues mal, me encantan los planes al aire libre, pero a seis grados bajo cero pasarse una tarde entera vociferando: “Salvemos al de la boina, o cargarás con mi inquina” no es mi idea de fin de semana romántico.

Querida Raquel:

Deberías avergonzarte, el petirrojo de boina es uno de mis animales favoritos y quiero que cuentes conmigo para cualquier cosa que pueda hacer por él. Mateo es un héroe y tú debes de apoyarlo. Alíate a la causa y hazte socia del “Club de Amigos El Petirrojo Peleón”. Que Mateo vea que sus problemas son los tuyos.

P.D: Veo el eslogan algo pasado de moda. ¿Qué te parece algo como “Si se acaba el petirrojo te llenarás de sonrojo” o “El petirrojo de boina merece toda tu estima”?

Querida Claudia:

 

He seguido tus instrucciones y me he hecho miembro del club del bicho ese de mirada torva. Ni te figuras lo que gana en foto, visto de cerca tiene una cara de malo que da susto. Y qué garras, no me gustaría encontrármelo en un árbol a solas. Mateo ha llorado de la emoción cuando me han entregado el carné. Les he hablado de ti y te van a mandar información a tu correo. Al parecer necesitan socios urgentemente.

P.D: No han cuajado tus propuestas. Parece que la preocupación global del grupo se basa ahora en la alimentación sin pesticidas no orgánicos de las crías del bicharraco ese. El nuevo lema es: “Para salvar al petirrojo, cuidemos antes del gorgojo”.

Querida Raquel:

Implícate, Implícate. El petirrojo y Mateo lo merecen. Ese hombre y ese animalito te necesitan. Cuando Mateo te vea luchando con valor y entrega se dará cuenta de la clase de mujer que eres. En cuanto tenga ocasión me uno a ti en la lucha activa. ¡Cuenta con Claudia, pequeño petirrojo!

P.D: Propón: “A la cría del petirrojo la debes alimentar con mil ojos”

Querida Claudia:

 

Tus palabras y tu entusiasmo me han llenado de valor. Vas a sentirte orgullosa. Te escribo desde el pesquero “Nueva Alicia” camino a las costas amazónicas de Brasil, donde pretendemos instaurar una colonia de petirrojos. Mateo se ha quedado boquiabierto cuando se ha enterado. Me siento feliz. Llevas razón, el petirrojo nos necesita. Espero que Mateo y tú os reunais conmigo en breve. El siguiente pesquero partirá mañana de Almería.

P.D: El lema ha gustado, ha gustado.

Querida Raquel:

Hoy me ha llegado la propaganda de tu organización. Este no es el pájaro que a mi me gusta. El mío tiene la cola como más verdosa y es mucho más chico y coqueto. Llevas razón, este pájaro tiene mirada torva. Dicho sea de paso, si tiene que extinguirse, que se extinga, favor que le hará a la estética de la fauna global. Un animal con esos ojos debería haberse extinguido hace ya siglos. Yo no creo que eso sea un petirrojo de ninguna de las maneras. Entérate bien, que a mi me parece de la familia de las gallináceas. Qué cosa más fea.

P.D: Posible lema para ir haciéndoles cuerpo a los de la organización “La extinción del petirrojo no mires con tanto enojo” o “El jilguero de Messina es más mono que el de la boina”

Querida Claudia:

 

Deduzco de tus palabras que no te has embarcado con Mateo, que espero que sí que venga de camino.

P.D: La cúpula de la organización planea demandarte por el asunto del lema.

Querida Raquel:

Vuélvete en cuanto tengas ocasión que he leido en el Vogue que en el amazonas hay unos mosquitos enormes cuya picadura te deja el dedo índice azul.

P.D: Lo de la demanda lo dicen para disimular, te digo yo que eso no es un petirrojo. Tú insiste en lo del lema y ya verás como les abres los ojos. Ahí van otras posibilidades: “Salvemos a la ballena, que esa sí que rellena” o “si se va el de la boina siempre nos quedarán las gallinas”

Querida Claudia:

 

Imposible volverme. Me comprometí a seguir la evolución de la colonia durante un mínimo de tres meses. No sé nada de Mateo.

Querida Raquel:

Ábrele la jaula a los bichos esos y di que se han escapado. Les haces un favor. ¿Tienes dolor en las articulaciones medias? Al parecer el reumatismo es uno de los primeros síntomas de la parasincriasis aguda, que es endémica en Sao Paulo.

Querida Claudia:

 

Perdona que no te haya escrito antes. Estas ultimas semanas han sido agotadoras. He pasado el tifus, la fiebre amarilla y el sarampión. Gracias a Dios, a los petirrojos les va bastante mejor que a mí. Se han adaptado estupendamente y creo que una de las hembras, Judith, va a criar. Nunca he sido tan feliz. Si consigo que alguien me sustituya podré volver a España en un par de semanas para organizar la siguiente colonia de petirrojos. He escrito a Mateo para proponérselo, pero dice que imposible, al parecer no soportaba la distancia y se ha liado con mi compañera de piso. Han apadrinado un gato.
Claudia, la mirada de estos ángeles con alas está llena de gratitud y cariño. Estos petirrojos son unas criaturas fascinantes.

Querida Raquel:

Lo que tú digas, pero esos bichos no son petirrojos ni por asomo.

Un romance de peso

En A por la 38
© Pétrouche - Fotolia.com

¡Lo que me faltaba! A mi hermana Claudia, la rompecorazones de la familia, le ha dado por montar un consultorio sentimental on-line. Lo más increíble es la buena acogida que ha tenido. Le salen casos como churros, y eso que sus consejos, en mi opinión, no son ninguna maravilla. Pero, en fin, mejor juzgad vosotros mismos. Aquí os dejo el caso de Paloma.

Querida Claudia:
Me he enamorado. Se llama Ramón, y no puedo dejar de pensar en él. Siempre me han hecho tilín los hombres-oso, y él es un auténtico cavernícola del siglo XXI. ¡Qué mandíbula! Todo lo que sé de él es que trabaja en el gimnasio «A por la 38» y que algún día será mi marido. ¿Cómo lo consigo?

Querida Paloma:
Nada más fácil, lo primero que tienes que hacer es apuntarte a las clases de Ramón. Estás de suerte, en «A por la 38» hay rebaja para nuevos clientes con motivo de la operación bikini. Mi hermana Daniela y mi amiga Veruka se han apuntado y están muy contentas.

Querida Claudia:
No es mala idea, me vendría genial perder un par de kilos. Lo malo es que siempre he sido un trasto en los deportes y temo quedar en ridículo.

Querida Paloma:
No seas tonta, lo mismo es profesor de yoga y todo lo que tienes que hacer es cerrar los ojos y ponerte trascendental. Por cierto, si te interesa perder algo de peso te puedo pasar la dieta del berberecho. Veruka la está haciendo y le va genial. Al parecer, es cosa sabida que el berberecho es el secreto mejor guardado de Angelina Jolie.

Querida Claudia:
He ido a informarme. Ramón da algo llamado spinning. ¿Se parece al yoga? No sé qué decirte del berberecho. El año pasado hice la dieta del pomelo, que es en la que Jennifer Aniston tenía depositada su confianza antes del tema de los potitos, y no adelgacé ni un gramo.

Querida Paloma:
Claro que sé lo que es el spinning. Te va a encantar. De hecho, seguro que coincides con Daniela y con Veruka. La dieta del berberecho sí que es efectiva. Al parecer, todo Hollywood sabe que el pomelo tuvo más culpa que Angelina en la ruptura entre Brad y Jennifer. La dieta del berberecho va escalonada por niveles. Veruka ya ha pasado el nivel uno: “Berberechos y otros lechos”, y el nivel dos: “Al berberecho derecho”.

Querida Claudia:
He decidido hacerte caso y me he apuntado a lo del spinning. No empiezo hasta mañana, pero hoy he ido a mirar. Tu amiga Veruka está increíble encima de la bici y parece divertirse mucho, por no hablarte de Ramón que ni te imaginas lo que gana empapado de sudor. No sé cómo he tardado tanto en apuntarme. Me siento más en forma solo por haber pagado la matrícula. Incluso me veo más delgada. El «A por la 38» es un gimnasio increíble.

Querida Paloma:
¡Ese es el espíritu! Adjunto te envío la dieta del berberecho. Me dice Veruka que es vital acompañar el berberecho con una taza de té rojo sin azúcar y con mucho limón.

Querida Claudia:
Perdona que no te escribiese ayer. No he podido mover los dedos hasta esta mañana. Tengo unas agujetas de campeonato, y eso que me bajé a los diez minutos de la bici. Apenas me cabía medio culo en el sillín. Ni que decir tiene que dejamos lo de las tapas para otra ocasión. ¿Daniela también hace la dieta del berberecho? A ella no le está dando tan buen resultado. Por cierto, me dice Veruka que conoces a mi Ramón. Coincidisteis en un curso de verano en Inglaterra.

Querida Paloma:
He hablado con Veruka. No sé como decírtelo, pero a Moncho, que es como le llamábamos, no le gustan las mujeres. Por cierto, Daniela está haciendo la dieta de los puntos, pero, qué quieres que te diga, yo no creo que sea como ella dice. Ayer la pesqué zampándose un croissant con Nocilla y seguro que eso no lo incluye la dieta original en ninguno de sus niveles.

Querida Claudia:
¿Qué insinúas? Hoy, para no cansarme, me he saltado la clase y Daniela y yo hemos esperado a los chicos en «La Alegre Tapichuela». Ramón ha estado encantador. Es verdad que en las distancias cortas puede resultar algo metrosexual, pero es muy masculino, incluso usa «Baron Dandy». Veruka ha traído su propio tupper con los berberechos. Es un encanto. Va por el nivel tres de la dieta: “Aprovecho el berberecho”, en el que al parecer duplicas la cantidad de té. Yo, al final, voy a hacer la dieta de Daniela, porque se adapta muy bien a cada persona y se basa en la compensación. Por ejemplo hoy nos ha permitido compartir una rosca de jamón y otra de lomo. Para contrarrestar, mañana no podremos tomar tapa.

Querida Paloma:
Olvídate de Moncho. Es gay-sexual, gay-sexual. Te lo digo yo que estuve todo un verano con él y no me tiró los tejos.

Querida Claudia:
Hoy, mientras Dani y yo nos saltábamos la clase para tomarnos un par de roscas y una ración de ensaladilla rusa, hemos hablado de Ramón. A ella tampoco le parece que no le gusten las mujeres. Estoy muy contenta con el gimnasio y con la dieta de tu hermana. La verdad es que se me adapta como un guante, estoy segura que ni mañana ni pasado me van a apetecer las tapas. Estoy llenísima. No como Veruka, a la que se le iban los ojos detrás de nuestra ensaladilla.

Querida Paloma:
No pensaba decírtelo, pero me obligas a ello. Ramón y yo fuimos juntos a bailar una noche en Edimburgo y no intentó nada conmigo, y mira que llevaba un escote palabra de honor. Comprenderás que el asunto no deja lugar a dudas sobre su orientación.

Querida Claudia:
Mañana Dani y yo volveremos a las lecciones de spinnig. Hoy nos hubiese encantado ir, pero nos hemos encontrado en “La alegre Tapichuela” por casualidad y nos ha dado apuro no pedir nada. Al final nos hemos puesto las botas. Hemos echado cuentas y no nos vuelve a tocar comer hasta el martes que viene, así que vamos a tener un montón de tiempo para la bicicleta a partir de mañana. Veruka está apunto de llegar al nivel cinco: “El techo del berberecho”. Estoy orgullosa de ella. No veo concluyente el asunto de Edimburgo.

Querida Paloma:
Tú no me has visto en palabra de honor. De haberlo hecho no dirías eso.

Querida Claudia:
Hoy Daniela, Ramón y yo hemos visitado a Veruka en el hospital. Ayer le dio un patatús justo al terminar su segundo litro de té. Tengo que acelerar las cosas con Ramón, desde que voy al gimnasio he cogido dos kilos. Mañana vuelvo a la bici de todas, todas.

Querida Paloma:
Olvídate de Ramón y deja el gimnasio, Dani y tú no os podéis permitir seguir ganando peso.

Querida Claudia:
Perdona que no te escribiese ayer, pero es que me disloqué la cadera al subirme a la bici. Ramón me llevó al hospital y comparto habitación con Veruka, que está mucho mejor y goza de un excelente apetito. Daniela nos ha traído unos bombones y luego Ramón me ha invitado a cenar. Al parecer le gustan las chicas rellenitas y está encantado con mis tres nuevos kilos. No lo dice con maldad, pero en su opinión eres demasiado flacucha y el escote palabra de honor te lo resalta. Muchas gracias por tu ayuda. A nuestra primera hija le pondremos Claudia.

Querida Paloma:
Hacéis bien, es un nombre precioso.