Categoría: Pensamientos

El tiempo vuela

 

príncipe rana
Este me parece muy bien

 

Ni uno, es que no he alcanzado ni uno de los objetivos que tenía para los treinta. Verán, allá por los siete años tracé mi plan vital y me salió de perlas. Básicamente tras terminar mis estudios me lanzaba a una vertiginosa carrera profesional que se veía completada con  la aparición de un príncipe azul (no lo dejaba cerrado pero parecía bastante probable que fuese Guillermo de Inglaterra con el que tengo cantidad de gustos en común como los castillos y las joyas de su abuela) junto al cual formaría una enorme familia. Como ven el plan era sencillo, ahí residía su elegancia.

Pero el destino está colaborando poquísimo. Una es optimista como pocas pero claro, a nadie se le escapa que ya he cumplido treinta y uno y mi trabajo no pasa de resultón y lo del príncipe azul… Pues miren casi que si aparece una rana, rana de las verdes viscosas de charca de toda la vida, yo le doy una oportunidad que no está el huerto como para muchas chulerías.

Total que si quiero llegar al cuadro de objetivos de los 35 con cuatro hijos, un premio Nobel (quería dos como Curie pero ahora lo veo pretencioso) y siendo Presidenta del Gobierno pues voy a tener que ponerme las pilas pero que ya, ya. He echado cuentas y tengo que quedarme embarazada el mes que viene, y eso que me he puesto dos partos gemelares y que enamoro a Bradley Cooper por Skype en un par de semanas, en las que tengo que aprovechar para preparar las presidenciales.

No me juzguen mal

Pobre mujer
Pobre mujer

 

No me juzguen mal, pero yo en Blancanieves siempre he sido muy de la madrastra. A ver, no voy a defender lo de la manzana. Que envenenar la fruta es un detalle de muy mal gusto no se le escapa a nadie. Y lo del cazador pues también está feísimo.  Pero vamos, que esa mujer estaba bajo mucho estrés. Que la niña canturreando todo el día, la mandas a por un cubo de agua y te  tarda hora y media. El castillo cayéndose a pedazos y ella jugando con las palomas. Pues no está bien. Además, la madrastra es un emblema de mujer trabajadora, lo lleva todo para adelante, el castillo, maltratar a la princesa, sus pócimas… y después de un día agotador llegas y al espejito le da por decir impertinencias, ¡pues hay que ponerse un poco en su piel!

Además, esa mujer está muy necesitada de afecto. El rey (padre biológico de Blancanieves) se conoce que la tiene bastante abandonada. Si le hubiese organizado un par de bailes y varios actos como ha hecho William con Kate seguro que no tenía tanto tiempo para chismorrear con el espejo. Y luego, la verdad es que Blancanieves no es una niña fácil. Después de enredar al cazador, les birla la casita del bosque a los enanitos. Un allanamiento de morada ya de por sí es grave, pero es que encima se queda con las siete camitas y los otros tontos, que debían tener síndrome de Estocolmo, tan contentos durmiendo en calderos. En cuanto ve a la anciana también decide aprovecharse de ella comiéndose su fruta de balde, y después de que los enanitos le esculpan un ataúd de cristal, que ya tiene que ser difícil la cosa, y la velen durante semanas ella se lo agradece largándose con el necrófilo del príncipe, al que solo conoce de dos minutos y con el que no llega a cruzar una sola palabra en todo el cuento. Para colmo, la princesa termina con el príncipe azul y la pobre madrastra entre matorrales. Pues no.

Así que estoy ilusionada con ver la nueva versión, a ver si la mujer termina mejor que en las anteriores.

¡Ánimo Julia!

Menudo sueño

Soñar con celebrities no puede ser bueno
Soñar con celebrities no puede ser bueno

Menudo sueño. Estoy tomando el té con una celebrity y huelo su perfume, escucho su voz, pero no consigo verle la cara.  Está como envuelta en una niebla. Es adicta a los zapatos de tacón y demás complementos. Me habla de su pareja. Su relación a su parecer está estancada en un noviazgo eterno.

¿Carrie Bradshow?

No, no..no es ella. No le terminan de gustar los amigos de su chico. La mayoría de ellos son una pandilla de animales que se pasan la vida de fiesta en fiesta. Ninguno tiene un trabajo estable y ella teme que eso le pase factura a su chico.

¿Pippa Middleton?

No, reconocería su melena.  La última discusión ha sido por unos pantalones. En opinión de mi contertulia lleva poniéndoselos medio siglo y… y le encanta lucirse sólo con ellos puestos.

¿Angelina Jolie?

Que va, que va…  Por si fuera poco, tiene que criar a tres chiquillos bastante difíciles que no dejan de meterlo en líos.

¿Charlene wistock?

Pues no, la niebla se disipa. La veo.

Pobre Minnie

¿Qué hago mal?

Corazón roto
¿Por qué no le importa perderme?

 

¿Pero qué diablos es lo que hago mal? Digánmelo, de verdad, prefiero saberlo. Está muy claro que pincho en algún punto. ¿Pero en cuál?

Estoy harta de escuchar historias calcadas y todas con final feliz (la mía tiene uno tristísimo y humillante a más no poder). Lo cuentan sin darse importancia, como algo trivial cuyo desenlace solo podía ser uno: llamé, le amenacé con dejarle y en menos de diez minutos cambió por completo nuestra relación. Además, en cuanto supo que había terceras personas empezó a suplicarme para que no le abandonase. Habló de todo el tiempo que llevamos juntos, de las maravillas de permanecer a su lado, incluso me prometió toda clase de regalos maravillosos. ¿Y digo yo, por qué perderme a mí no le importa en absoluto? ¿Mis amenazas huelen a farol? ¿No tengo el tono dramático que la operación requiere?

¿Por qué corchos Movistar no me regala a mí un iPhone?

¿Ya soy mayor?

Mi mono-ardilla
Mi mono-ardilla. ¿Dónde estará ahora?

 

“No hay nada que se parezca más a un niño de ocho años que el mismo niño con sesenta y ocho” (Fermín  Cabrera)

Hoy he encontrado mi diario de cuando tenía nueve años. La última hoja es una lista con las cosas que me gustaría tener.

– Un mono y un pingüino. Cuando era pequeña había un programa en el que uno de los presentadores andaba siempre pegado a un pingüino graciosísimo y lo del mono me pareció interesante a raíz del jugo que le sacaba Pipi Calzaslargas al suyo.

– El paraguas de Isabel Dorantes. Se lo había traido su padre de Italia y tenía lucecitas cuando lo abrías. Nunca he vuelto a ver algo semejante. Una maravilla.

– Un gremlin.  En una pajarería de cerca de casa vi un animalito igual, igual que un gremlin. El señor de la tienda me dijo que era un mono-ardilla. Si hubiese tenido trece mil pesetas mi historia hubiese sido bien distinta. Yo nunca le hubiese dado de comer después de las doce. Durante un tiempo estuve ahorrando el dinero de la torta del recreo pero cuando iba por ciento veinticinco pesetas mi mono-ardilla ya había volado.  Nunca lo volví a ver, pero siempre lo recordaré.

– Una granja y un caballo y una piscina muy grande a la que nunca invitaré a Isabel  Dorantes aunque llore mucho. Ella nunca me prestó el paraguas y me encantaba imaginarla sufriendo por no poder venir a mi piscina. Un día se lo dije y me contestó que ella ya tenía una piscina enorme en su casa y otra en casa de sus abuelitos. La odié mucho aquel día.

La lista seguía con un piano de cola, la estampita ciento tres del álbum de Candy, la casa-seta de las barriguitas y otro sinfín de cosas interesantes. Luego detallaba algunos de mis planes para mi futuro inminente (los diez u once años). Iría a África con mi hermana y mi mono, inventaría una vacuna, descubriría un misterio que no diese mucho miedo y encontraría un tesoro con el que compraría  el abrigo de piel que siempre mira mi mamá en la tienda esa tan bonita y también montones regalos para mis hermanos y una bicicleta roja para mí.

Y los leo ahora después de tantos años y les digo que me siguen pareciendo unos deseos geniales. ¿Alguien me presta un caballo?

HALLOWEEN

Bruja
A ver si me gano el respeto del vecindario de una vez..

La pura verdad es que me resulta una fiesta de lo más antiestética. Eso de decorar la casa con lápidas y calaveras, pues la verdad, no me acaba de convencer. Ayer estuve en una tienda buscando algún adorno coqueto y sin darme cuenta me estaba interesando por el precio de una telaraña gigante  que por desgracia no formaba parte del atrezzo sino un descuido de la limpiadora. Buena negociante la dueña, sí señor, me la vendía por cinco euros si estaba muy interesada  y me regalaba un murciélago tuerto al que le faltaba una pata. No quise hacer más indagaciones pero para mí que también era material original. Deben de haber aprovechado esta fiesta para hacer limpieza de almacén y encima sacar unos euretes.

Luego está el asunto de los disfraces, yo quiero ver qué pinta tendría de princesa o de hada o algo así pero no siento la menor curiosidad por saber cómo me quedaría un hacha atravesándome la cabeza. Más simpatía siento por las brujas y las calabazas. Una amiga de la infancia decía que toda mujer esconde una bruja. Buena o mala pero una bruja. No sé yo qué decirles, en más de una ocasión he tratado de convertir en gato a un par de indeseables y puedo asegurarles que de momento no he tenido mucho éxito. Y lo de volar en escoba pues también estaría sensacional así que este año estoy lanzada a invertir en una buena escoba y en unas medias a rayas rojas, a ver si salgo volando y dejo a todos los vecinos patitiesos de la impresión. Ya verán como ninguno me vuelve a mirar mal por no ir a las reuniones de la comunidad. Una buena puesta en escena y hasta es posible que me arreglen el jardín de balde. Sí, esta perspectiva me está animando, voy a decorar alguna calabaza y a hacerme la interesante por el barrio. Ya saben, algún comentario del tipo: «¿Habéis visto un pelo de ratón? Lo necesito para una cosita» o bien «¡Uy! Mi frasquito con aliento de murciélago que se me caía»… Ya les contaré, ya les contaré JA-JA-JA-JA-JA (Risa malvada, muy malvada).

Low-cost

Últimamente todo es low-cost: moda low-cost, producciones low-cost, turismo low-cost, seguros low-cost… La lista es interminable.

Low-cost viene a ser el baratucho de toda la vida pero dicho así como más chic. No es lo mismo irte a unas vacaciones low-cost que irte a unas vacaciones de saldete, dónde va a parar. Pero la cosa está llegando a unos niveles peligrosos y el low-cost  puebla anuncios que pueden resultar de lo más confusos:

Novios low-cost: Tal y como anda el material, muchas podrían pensar que se trata de una cita fácil pero no, lo que ofrecen es  trajes nupciales a precio de ganga.

Princesas low-cost: Está muy de moda entre la realeza ya sea porque las acerca al pueblo llano ya sea porque también pasan sus apurillos, que no es oro todo lo que reluce. La cuestión es que las princesas de media Europa han optado por bailarinas de Zara y chaquetas de Mango. La pura verdad es que un cetro y la capa de armiño pues no son muy favorecedores, y ellas se dan cuenta.

Vuelos low-cost: Pues traducido al castellano viene a ser que te van a embutir en un asientito con las piernas retorcidas y eso si tienes suerte y estás espabilado en la gran carrera para coger sitio en el artilugio, no lo he comprobado porque me da miedo descubrir la verdad pero para mí que los últimos de la cola tienen que girar la hélice y hacer la demostración de cómo usar el flotador en caso de que te estampes en mitad del Pirineo. Hoy día a los castigados a galeras les venderían que se van de crucero low-cost y ya tan contentos. El botellón dentro de poco se venderá como cóctel low-cost al aire libre.

Por cierto, a quien pueda interesarle, ofrezco vehículo low-cost, y por si fuera poco vintage y ecologiquísimo, interesados hagan sus ofertas en los comentarios. Si el negocio prospera puede que saque a la venta la vivienda más low-cost del mercado.

Vehículo low-cost a la venta
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