Pocas cosas son mas de verano que una paella. Pero… resulta que la paella de verdad, la de verdad de verdad de la buena, la original, la valenciana, poco tiene que ver con lo que te ofrecen por ahí. Eso suele ser, se llama así despectivamente, arroz con cosas. No nos referimos al arroz a banda o al arroz con almejas y delicias parecidas. Es más bien que te ponen la palabra paella y lo que te sacan es talmente una aberración que incluye langostinos y chorizo. Para ello, hemos seleccionado una receta clásica de un cocinero de la playa de la Malvarosa, que destripa el mito y deja las cosas claras y, sobre todo, bien ricas. No hagas el guiri y aprende bien y de una vez por todas cómo es una paella valenciana.
INGREDIENTES
-Un buen correón de aceite de oliva
-200 grs pollo de corral
-180 grs. conejo
-100 grs de pato
* Sofreímos y toque de sal. Que se dore bien la carne
-100 grs ferrahura o bachoqueta (judías verdes anchas y planas)
-100 grs. garrofón (judía de Lima)
-120 grs. caracoles
-Tomate natural triturado
-1 litro Agua (dos de agua por una de arroz)
-Dos alcachofas para 4 personas, en gajitos
-Azafrán en hebra
-Colorante alimentario
-500 grs arroz Sénia
* Al principio fuego rápido 8 minutos
Diez minutos más con fuego bajo
18 minutos en total
Luego la socarran
-Reposar 5-6 minutos destapada
Tambien hemos sacado de Wikipedia los ingredientes básicos: «La Consejería de Agricultura del gobierno valenciano ha elaborado en conjunto con el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Arroz de Valencia, un registro de ingredientes que tendrá que llevar toda paella que quiera comercializarse bajo el nombre de Paella Valenciana. Los diez ingredientes básicos que siempre se usan general y tradicionalmente son pollo, conejo, bajoqueta (judía verde), garrofón, tomate, arroz, aceite de oliva, agua, azafrán y sal. Además de lo anterior, según la región, se admiten ingredientes como ajo, alcachofa, pato, pimentón, caracoles o el romero, variantes que «también serán aceptadas dentro de la denominación de auténtica «paella valenciana»»
Cuando era pequeño, en esa edad maravillosa que me gusta describir como la de Tom Sawyer y Huckleberry Finn, donde todo es aventura y emoción, pero es también cuando no conoces la pasión ni el amor, eso llegará, vaya que si lo hace, de un día para otro, pero no es el momento todavía. Decía que cuando era pequeño, justo antes de entrar en la adolescencia, lo que más me gustaba era el fútbol y el balonmano, el frontón y el tenis, todo lo que se podía hacer en la playa, desde palas a otra vez fútbol, nadar y bucear, saltar de los trampolines de la bahía, y correr por la arena. También adoraba leer a Los Tres Investigadores y El Club de los Siete Secretos.
Y si me daba por imaginar, tenía tres planes en mi vida. Me imaginaba siendo un pirata del Caribe o a las órdenes de Sandokan en el Mar de China, con Yáñez y Giro Batol como compañeros de andanzas. Otra idea era ser Mosquetero del Rey. Lo del ‘Todos para Uno y Uno para Todos’ me resultaba terriblemente atractivo. Y, además, los mosqueteros tenían mucho de pendencieros, de amantes del vino y la buena mesa y eran socarrones, lascivos y lujuriosos. Y tremendamente efectivos en eso de meterse en líos.
Quedaba otra posibilidad. Maravillosa. Ser pistolero en el Salvaje Oeste. Manejar el Colt 45 o la escopeta con rapidez fulminante. Todo el universo del Far West estaba lleno de aventuras, amores y traiciones, de desiertos que atravesar y de bandadas de indios cherokis y apaches dispuestos a raparte la cabellera a la menor ocasión. Mataba yo, además, que no había probado todavía el alcohol, por entrar por las puertas del Saloon, acodarme en la barra y pedir un whiski doble.
Tengo que agradecer, eternamente, a Arturo Pérez Reverte, que gracias a su cráneo, ahora, hoy, cualquier chaval pueda sumar a los piratas, mosqueteros y pistoleros la posibilidad de recorrer el mundo de la literatura y la historia de la mano del tercio Viejo de Cartagena, con el Capitán Alatriste y Sebastián Copons. Con toda la panda de soldados antiguos y nuevos que recorrieron el mundo llevando la Gloria de España por todo el Imperio en el que de tanto no ponerse el Sol se quedó en la Sombra. Pero ahí están, todas las aventuras que soñé de pequeño. Mezclados con la historia y los mundos, las naves y las tierras, la aventura, el honor, la vida.
Os dejo con la escena final de la película Alatriste, la que cuenta la batalla de Rocroi. La puedo ver horas seguidas, magnífica secuencia que retrata al milímetro lo que fue, será, es, lo que pudo ser, lo que siempre es, también. Cuando los franceses les ofrecen una rendición con honor, Alatriste, tras dar medio paso al frente para acomodar la postura de combate, sujetar a Sebastián Copons que se cae por el peso de las heridas: «Decirle al señor Duque de Enghien que agradecemos sus palabras… Pero esto es un Tercio español«.
RECOMENDACIONES
–Los Tres Investigadores. Tienen su cuartel en una chatarería con entrada secreta. ¿Se puede pedir más?
-Las Aventuras de Sandokan. El Tigre de la Malasia. –El teniente Blueberry. La mejor serie de tebeos del Oeste, de Moebius.
–Breve Historia de España, de Fernando García de Cortázar. De Breve historia de España se ha dicho que es el best-seller más importante de la historiografía española en los últimos años. Un admirable dominio del arte de la síntesis, un estilo ameno y directo y la reivindicación de la realidad histórica de España dan razón de la popularidad del libro, que ha conocido numerosas reimpresiones y se ha visto traducido a las más importantes lenguas extranjeras. Desde su aparición, la obra ha mantenido intacto su vigor gracias a sus periódicas actualizaciones. Esta nueva edición amplía sus páginas para incorporar la reflexión sobre los últimos acontecimientos y mantener el compromiso de los autores de llevar al presente la reflexión histórica, llamando a las cosas por su nombre.
–La Batalla de Rocroi. La ilustración: Rocroi, el último tercio, por Augusto Ferrer-Dalmau (2011)
NUEVA SERIE DE VERANO:
-31 días de Agosto / #31diasdeagosto
-La idea es recomendar rodeado de palabras con algún que otro sentido las canciones, textos, lecturas, libros, poemas, cómics, paisajes, palabras mientras agosto sigue pasando las hojas del calendario.
-Puedes participar con tus recomendaciones a través de los comentarios, con la etiqueta #31diasdeagosto en Twitter y Facebook
El verano de 1967, hace cincuenta años, fue el Verano del Amor, aquella época mágica en la que surgió el movimiento hippy con la contracultura, el underground, la experimentación, las drogas, el amor libre, la paz. Era el Flower Power y por primera vez la conservadora sociedad gringa perdía el control ante una juventud culta, preparada, rabiosa. Además, tenían la música. El Festival Internacional Pop de Monterey reunió a bestias pardas como The Who, Jimmy Hendrix, Otis Redding o Janis Joplin. Fue probablemente el primero de la historia y fue el precursor del mítico Festival de Woodstock. Además, tenían un himno: San Francisco, de Scott McKenzie («Be sure to wear flowers in your hair») («asegúrate de llevar flores en tu pelo»).
Leo hoy en El País una magnífica crónica escrita precisamente desde San Francisco, donde es corresponsal para el diario El País, firmada por mi amiga Rosa Jiménez Cano, donde cuenta qué queda de todo aquello y da claves suculentas para comprender la evolución de la ciudad del Golden Gate. También hay un artículo, brillante, de Diego Manrique, donde escribe que «digamos que, ya en 1966, cristalizaba una rebelión contra los valores dominantes en la sociedad estadounidense, un rechazo de las instituciones (y si preguntaban los motivos, una respuesta inmediata: Vietnam, una guerra insensata desarrollada por tecnócratas). Pero estas posturas no se distanciaban mucho de las de la Nueva Izquierda, afincada en la adyacente Berkeley y otras universidades».
Ya sabes, este verano, haz el amor, no la guerra, so hippy
RECOMENDACIONES
-Historia del Monterey International Pop Music Festival
-Todas las actuaciones de Monterey en YouTube (está cuando Jimmy Hendrix quema su guitarra y The Who destrozan todo el escenario)
-Theodore Roskak, el teórico que lanzó la contracultura -‘Las contradicciones culturales del capitalismo’, donde Daniel Bell reflexiona que el sistema capitalista necesita la expansión continua del principio de racionalidad para resolver los problemas de organización y eficacia que el funcionamiento de la economía exige, pero simultáneamente, la cultura del capitalismo acentúa cada vez más los valores de signo opuesto, tales como el sentimiento, la gratificación personal y el hedonismo, respuesta reactiva a la vieja ética puritana de orden y trabajo que acompañó al ascenso de la burguesía.
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El compañero Jorge Pastor está de vacaciones y aprovecha para publicar un relato por entregas que publica en Facebook. Me tomo la libertad de reproducirlo en mi serie #31diasdeagosto y os recomiendo su lectura.
Relatos bajo la sombrilla (1 de 14) “Aquí empezó todo”
Después de una hora luchando contra el Levante, Lidia y Marcos arribaron con su kayak hasta la Cueva del Fraile, una gruta horadada por las embestidas del Mediterráneo a la que sólo se podía acceder remando. Según le explicó su madre hace muchos años, Lidia fue concebida ahí, en una tarde mágica de pasión.
Tampoco tardaron en encontrar la inscripción que grabó su padre en la roca: “Aquí nos amamos”. Treinta años después, Lidia también amó a Marcos en la Cueva del Fraile. “Aquí empezó todo”, cinceló en la pared antes de regresar.
Nueve meses después vino al mundo la pequeña Lidia.
Jorge Pastor / Playa de San José, 1 de agosto de 2017
Relatos bajo la sombrilla (2 de 14) ‘El beso’
El Óctopus estaba muy animado aquella noche de verano. Ainara, vestida con un precioso vestido de tul rojo que resaltaba su figura, llegó puntual a la cita. Después de una semana de risas y miradas de soslayo en la playa, moría de ganas por saborear los labios de Elena.
Ainara lo tenía todo atado. Reservado junto a la playa, cava Berdié muy frío, una docena de ostras y el disc jockey preparado para pinchar ‘A kiss to build a dream on’.
No hizo falta que Ainara y Elena se dirigieran la palabra en toda la velada. Amanecieron desnudas. Abrazadas. Besándose frente al mar.
Jorge Pastor / Playa de las Negras, 2 de agosto de 2017
Relatos bajo la sombrilla (3 de 14) ‘Despacito’ Augusto estaba a un solo ‘Despacito’, uno solo, de mandar el mundo a la mierda. En el gimnasio, en la heladería, en el telediario… aquella canción, repetida hasta el infinito, le enervaba hasta el punto de convertirlo en un ser agresivo. Como le ocurrió años atrás con ‘La barbacoa’ de Georgi Dann y los destrozos que, fuera de sí, provocó en Bar Lovento.
Su paciencia se colmó en misa. Sorpresa del coro: ‘Despacito’ con letra del Padrenuestro. Augusto estalló. Y de rodillas, vencido por la impotencia, imploró al Altísimo: “Pase de mí este cáliz”.
Jorge Pastor / Cala San Pedro, 3 de agosto de 2017
Relatos bajo la sombrilla (4 de 14) ‘El último polvo de sus vidas’ Su cuerpo, embutido en un corpiño de rejilla, se cimbreaba sobre la duna. La brisa levantina erizaba su vello y esculpía su cabello, teñido de oro por el crepúsculo. Desnuda de cintura hacia abajo, acariciaba su sexo lentamente mientras contaba los segundos para poseerlo, como en aquellas maravillosas tardes de amor sin normas.
Solo quedaban ellos dos en la cala del Bicho. Él, húmedo y frío tras el último baño, la penetró mientras lamía sus senos puntiagudos. Ella, entregada, tardó pocos segundos en alcanzar el orgasmo.
Fue el último polvo de sus vidas.
Jorge Pastor / San José, 4 de agosto de 2017
NUEVA SERIE DE VERANO:
-31 días de Agosto / #31diasdeagosto
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Vas al Alboka, ese bar de Donosti al que has ido toda tu vida.
El lugar donde todo empezó
Y, suena esta canción
Entonces, rebuscas dentro de ti
Y sabes que más allá del sexo, del amor, de la complicidad, del amor, otra vez, de lo que has vivido, de lo que también has muerto, de lo que te queda por resucitar, de que ya no estás, de que nunca viniste, de que bailamos Stay y desapareciste, de que decidimos vivir juntos, de que te fuiste, de los besos bajo la lluvia, de aquellas dos botellas de Jack Daniels de trago porque ya éramos mayores, de las guerras de banquetas, de todos los que ya no están. Solo entonces, sabes que te espero para el resto de mis días, porque alguien como Al Green inventó esta canción para nosotros. Porque luchamos. Porque no nos rendimos jamás. Porque te quise antes de que viniste a este bar de madera, porque te querré hasta ese último aliento del que me dijiste que estarías a mi lado. Porque sé que siempre me recogerás al caer. Siempre hay algo para ti si sabes buscarlo.
Y además, la música.
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