Hay que hablar del tabaco, claro. Por ejemplo: Todo se jodió cuando dejamos de fumar. Ya no compartíamos aquellos cigarritos a medias entre besos, risas, caricias, miradas. Con el último humo se consumió todo lo que nos había unido desde aquel paseo bajo la lluvia una tarde de marzo, en la que yo te dije que te había buscado toda mi vida, y te había encontrado. Y hay que hablar de despedidas. También. Pero eso toca otro día.
RECOMENDACIONES –La película ‘Coffe & Cigarettes’, de Jim Jarmsuch, es una película independiente del año 2003. La película consiste en once historias cortas que parten de tomar café y fumar cigarrillos como argumento en común. Es una película sobre la humanidad, su grandeza y su bajeza, la alegría y la tristeza, la confianza en sí mismo y la ansiedad, el deseo de amar y ser amado.
–
Escribió en su cuaderno donde apuntaba lo que nunca pensó que tendría la respuesta: «Eres dulce como un viernes con el que tras el sábado llega el domingo que me llevará a ti». «Hoy no he estado contigo y nadie sabe qué les pasará a todos los besos que no nos hemos dado». Cerró las páginas antes de que las putas lágrimas le emborronaran las frases, las putas frases del color de la sangre. Los ojos verdes que le sangraban.
Tengo claro que si te caes te tienes que levantar. Y que si te vuelves caer probablemente te caerás mejor que la vez primera. Pero no hablamos ahora de fracaso. Hablamos de desprecio. Que no es lo mismo. Piensa. Busca dentro de ti. DIferencia el fracaso del desprecio. Recuerda el último y te hará fuerte. Decidirá lamentablemente por ti y te hará mejor. Luego tendrás que pagar el error de no haberlo hecho por ti solo, pero el fracaso que supone el desprecio es el emprobrecimiento fatal, la desidida del alma, la pérdida de la poca moral que no se te hundió en el córtex cerebral del deseo sucio y negro. El desprecio es cuando consientes que ocurra lo que más te duele. Cuando sucede, ya no hay remedio alguno. Aunque quede el verso, la estrofa y el amor, el desprecio borrará lo que pudo haber sido. Entonces, te cobrará que tengas la suerte de poder seguir malviviendo. El desprecio es tan fuerte, que borra todo el amor que haya sido. Todo el que ha podido ser. Todo el que nunca será. Si has llegado hasta aquí, ahora, puedes ahorcarte. No es peor final que el de Brigitte Bardot. Y ella sí era. Y no fue. Y desapareció, exactamente como tú, un día en el que decidiste dejar de besarme. Y por eso, entonces, escribí estas frases sin título y sin besos. Sin lágrimas. Y con esperanza.
RECOMENDACIONES
–Nouvelle Vague. Denominación que la crítica utilizó para designar a un nuevo grupo de cineastas franceses surgido a finales de la década de 1950. Los nuevos realizadores reaccionaron contra las estructuras que el cine francés imponía hasta ese momento y, consecuentemente postularon como máxima aspiración, no sólo la libertad de expresión, sino también libertad técnica en el campo de la producción fílmica.
–Godard cumple 80 años
Otra idea es sobre la necesidad de tener ‘Un lugar en el mundo’. Ese lugar donde, simplemente, eres, existes y angelgonzaleas sin más. Donde crees en ti. Donde eres. Donde te basta. Vale el tranko del bar Candela, en el Realejo de Granada. La ventana abierta del Alboka, en la calle Easo de Donosti, frente al Muro de San Bartolomé y junto a la cuesta de Aldapeta, donde nuestros colegios. Vale Aixerota, en Getxo, Bizkaia, donde desayunábamos de madrugada viendo amanecer sobre el Abra Exterior del Puerto de Bilbao tras una noche intensa de estudios. Nos llevábamos del obrador de Malakate los bollos de mantequilla y nos los zampábamos mientras madrugaba junio entre 1986 y 1990. Telúrico es el Palacio de Diocleciano en Split o el fiordo de Bergen en Noruega, el timón del Fra o los tres drakars de Roskilede. También vale una noche sin dormir callejeando por plazas, calles y canales desiertos en Venecia o una noche sobre una atalaya, solo, fumando, viendo amanecer desde Sultan Amet sobre el Bósforo, donde se juntan dos continentes. Ahí delante estaba Hagia Sofia y la Mezquita Azul en la Sagrada Puerta de la Ciudad de los Tres Nombres. Costantinopla, Bizancio, Estambul. Nada cambiaría por un atardecer en Sarajevo tras los bombardeos o el olor a libro quemado de su biblioteca en ruinas. Podría seguir ad infinitum, los yonkis en pleno mono en el metro de Berlín en Friederickstrasse, un amanecer sobre el Támesis con mi camiseta de los Clash que sabe a despedida o un juramento de no volver nunca más a París. Vale también la luz de África en el Ecuador cuando aterrizas en Tanzania o bajar de pie una pirámide maya en medio de la selva del Yucatán. Y bajarla de pie y fumando mientras sonríes a tu amigo del alma y ves la selva por encima del hombro, sintiéndote un dios. Sin embargo, si hay algo que me estremece, siempre, son las dos columnas de Hércules, fundador mitológico de Sevilla, en la Alameda. Alfa y Omega de la mejor historia de amor que en el mundo ha sido.
Y ahí vuelvo esta noche. A joderme vivo.
RECOMENDACIONES
–Rumbo a Tartaria, de Robert D. Kaplan. Rumbo a Tartaria es un clásico contemporáneo de la literatura de viajes, una ruta inolvidable por una de las regiones más fascinantes y volátiles de la tierra de la mano de Robert D. Kaplan, que en este libro construye un verdadero atlas político. Desde Hungría y Rumanía a las lejanas costas del mar Caspio, el viaje de Kaplan recorre Turquía, Siria e Israel para pasar a la turbulenta zona del Cáucaso, desde la ciudad de Baku hasta los desiertos de Turkmenistán y Armenia. Por el camino, las increíbles historias de personajes inolvidables iluminan la trágica historia de esta región que es la nueva frontera entre oriente y occidente y que con los conflictos de Siria y Ucrania vuelve a estar de plena actualidad.
–Viaje con Herodoto, de Ryszard Kapuscinski. Es, en su última obra, donde Kapuscinski aprovecha para contarnos sus inicios, entre otras muchas cosas. Además de los retazos biográficos a través de los que desarrolla sus primeras experiencias como reportero fuera de Polonia, Kapuscinski utiliza este libro para contarnos otro libro. Porque “Viajes con Heródoto” no es un libro de viajes sin más, es un libro de historia y es casi un ensayo. Un ensayo sobre “Historiae”, los 9 libros que forman la obra magna del griego de Helicarnaso. Obra que llegó a sus manos antes de cruzar por primera vez la frontera de Polonia y de la que nunca se volvió a separar, porque nunca pudo separarse del que siempre consideró su maestro, el primer reportero, el primer historiador y gran viajero: Heródoto.